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El Pontífice declaró definitiva una sentencia en este sentido de la Congregación para la Doctrina de la Fe, institución del Vaticano que vela por el respeto del dogma católico.
El excardenal fue hallado culpable de haber “infringido el sexto mandamiento (que prohíbe el adulterio) con menores y adultos, con la circunstancia agravante del abuso de poder”.
A McCarrick ya se le prohibió en julio ejercer su ministerio y luego renunció a su título honorífico de purpurado.
La Santa Sede pidió en septiembre de 2017 una investigación al arzobispado de Nueva York, tras el testimonio de un hombre que acusaba al prelado de haber abusado sexualmente de él en los años 70.
Este castigo, sin apelación posible y por lo tanto definitivo, tiene lugar días antes de una reunión crucial, con los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo en el Vaticano, en la que abordarán la responsabilidad de los prelados que mantuvieron silenciadas las agresiones sexuales a menores perpetradas por el clero.
La pérdida de la púrpura por parte de un cardenal solo tiene un único precedente en la historia de la Iglesia católica, se remonta al 13 de septiembre de 1927 y no tuvo relación con los abusos sexuales: el cardenal Louis Billot había apoyado el movimiento antifascista y antisemita “Action Française”, condenado por Pío XI, y tras ser recibido por el papa, dejó su cargo.
Los grandes escándalos que salieron a la luz en EE.UU., Chile o Alemania empañaron la credibilidad de la Iglesia católica.