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Esa Convención clasifica la hoja de coca como estupefaciente y la somete a control internacional, lo que motivó que La Paz denunciase el tratado en junio de 2011, se retirase de él, y volviese a solicitar su adhesión con una excepción sobre el “acullicu”.
Aun reconociendo la legalidad del proceso, tanto la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), como la Junta de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), lamentaron que Bolivia utilizase esa fórmula legal porque socava la “unidad” y “universalidad” de las normas antidrogas.
El Gobierno boliviano reivindica que la hoja, en su estado natural, no es una droga, y que desde tiempo ancestral es mascada y utilizada en otros usos tradicionales sin causar daños a la salud.
La Comisión de Estupefacientes debatirá hasta el viernes la situación de las políticas de drogas en el mundo, entre ellos la relación entre la lucha contra los narcóticos y el cumplimiento marcados en los objetivos de desarrollo del milenio.