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Rusia, igual que China y Turquía, dio su apoyo a Maduro, frente a la decisión de Estados Unidos y otros países del mundo de reconocer el jefe parlamentario Juan Guaidó como presidente interino.
Si Maduro tuviera que dejar el poder, Rusia perdería una alianza que empezó con el gobierno de Hugo Chávez (1999-2013) y le convirtió en su principal aliado en la región. Desde entonces el país se convirtió en el segundo acreedor de Caracas, por detrás de China.
Si Maduro cae, “los riesgos de perder sus inversiones aumentarán seriamente”, apunta Daniel Rozental, de la Academia de Ciencias rusas, para quien el “pragmatismo prevalecerá en Rusia”, incluso si llegara la oposición al poder.
En diciembre, durante una visita de Maduro a Moscú, Rusia prometió invertir US$ 6.000 millones en el sector petrolero y minero del país.
“En las negociaciones internacionales futuras, la única posibilidad de que Rusia acepte una transición política en Venezuela sería obtener garantías sobre sus activos” , señala el historiador Serge Ollivier.
Kaláshnikov
Al principio los acuerdos con Rusia eran sobre todo militares, con grandes pedidos de tanques, de fusiles kaláshnikov y de aviones Sujói. Primero acordó préstamos para financiar estas compras militares, y luego se crearon relaciones en el sector del petróleo.
Desde 2005, Venezuela compró un total de US$ 11.000 millones en armas rusas, lo que convierte a Moscú en el primer proveedor de armas del país sudamericano.
En el sector petrolero, Rusia invirtió miles de millones de dólares, principalmente a través de la petrolera semipública Rosneft.
Esta participa en varios proyectos de exploración y de producción de petróleo y gas junto a la estatal PDVSA controlada por militares chavistas, ahora bajo sanciones de Washington.
Una parte de la deuda de Venezuela con Rusia se reembolsa con hidrocarburos en virtud de acuerdos entre PDVSA y Rosneft.