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En comparación con las condiciones degradantes de los presidios a lo largo y ancho del país, la celda puede considerarse un lujo.
La habitación era utilizada para alojar a policías de otros estados o a abogados que precisaban pernoctar en la sede judicial, pero a lo largo de las últimas dos semanas fue adaptada para acoger eventualmente a quien sería el preso más célebre de la operación “Lava Jato”.
La sala es “bastante humanizada, bastante tranquila, un ambiente agradable, pero nada especial”, alegó Jorge Chastalo, jefe del equipo de custodia de la sede.
Lula tendrá derecho a una visita semanal de familiares cercanos y durante dos horas al día podrá tomar “baños de sol”, es decir, recreos al aire libre.
De acuerdo con el periódico O Estado de São Paulo, la habitación tiene unos 15 metros cuadrados, alejado de los demás presos y ducha de agua caliente en su baño privado.
Placa con su nombre
El edificio que alojará al expresidente –al menos durante el inicio de sus días tras las rejas– fue inaugurado bajo su segundo mandato, en febrero de 2007.
Una placa conmemorativa en la entrada del penal destaca su nombre en letras doradas, junto al de otras autoridades de la época.