Las familias dejan los albergues y paulatinamente retornan a sus casas

Buena parte de los albergues que fueron instalados en Pilar se van desocupando. A medida que se van secando las viviendas de los barrios bajos, las familias inician las tareas de limpieza con la intención de retornar a sus hogares.

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PILAR, Ñeembucú (Roque González Vera, enviado especial). La Municipalidad de Pilar y la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) montaron un total de 22 albergues transitorios en la ciudad para recibir a las familias cuyas viviendas quedaron inundadas. Se utilizaron sobre todo colegios, escuelas y el campus de la Universidad Nacional de Pilar (UNP). Las intensas lluvias, que superaron los 300 milímetros en doce horas, hace ocho días, causaron la inundación de esta capital departamental, y los más afectados fueron los habitantes de los barrios bajos.

Las casas quedaron inundadas y no existía otra alternativa que abandonar las viviendas. Un promedio de 1.500 personas se instalaron en los albergues transitorios distribuidos en diversos puntos de la ciudad; 300 familias se vieron obligadas a salir de sus casas.

Los albergues están disminuyendo en número, porque a medida que las aguas se desagotan de los barrios, las familias están llevando a cabo tareas de limpieza con la intención de volver lo antes posible a la normalidad. En la mañana de ayer visitamos tres de los refugios para conocer las condiciones de vida de quienes allí se encuentran.

Carlos Alvarenga, instalado con su familia en el albergue habilitado en el colegio San Lorenzo, comentó que su vivienda se encuentra en el barrio Las Colinas. “Estuve mirando mi casa, y creo que el sábado ya podremos volver. El agua está bajando. Queremos ir el sábado a limpiar y poner todo en condiciones”, expresó con optimismo.

Junto con su esposa y sus hijos pequeños, Alvarenga ocupa una de las aulas del colegio. “Aquí estamos bien asistidos. La gente del Ministerio de Salud siempre está atenta, y los alimentos no faltan, porque organizamos ollas populares. Todos los días recibimos de la SEN verduras y carne para cocinar”, comentó.

Alvarenga tiene parte del rostro vendado y con hematomas en la boca. “El miércoles fui a mirar mi casa, y al volver se resbaló la moto. Tuve un feroz golpe en la cara, pero ya está bien. Es cuestión de esperar unos días a qué cicatrice totalmente”, señaló.

El local del colegio San Lorenzo también se va desocupando. A medida que las casas se vuelven habitables, las familias van retornando. 

Pide indemnización 

Ambiente similar se tiene en el campus de la UNP, donde también se ubicaron familias de diversos barrios afectados por las intensas lluvias del 10 de mayo.

Muchas de las aulas están ya vacías, y son varias las familias que empezaron a movilizarse para retornar a sus casas. El sistema es similar en todos los albergues: entrega diaria de verduras y carne, organización de ollas populares y control sanitario por el Ministerio de Salud. 

La consigna es tener paciencia para luego retornar a la casa, una vez que las aguas dejen libres las viviendas.

Olga Espinoza no dudó un segundo en reclamar una indemnización al Estado por daños sufridos. “Tenemos derecho a una indemnización. Perdimos todo lo que teníamos, desde muebles hasta electrodomésticos, pasando por ropas y enseres. No tenemos forma de recuperarnos de los daños que nos causó la inundación”, dijo la mujer.

Agregó: “Creo que es justo que recibamos una indemnización para poder enfrentar las pérdidas que tuvimos. Perdimos todo lo que teníamos, y no es nuestra culpa lo que pasó”.

Del campus pasamos al albergue del barrio 8 de Diciembre, que prácticamente ya está vacío; quedan unas pocas familias que siguen agrupadas en torno a la olla popular y en pocos días más sus casas estarán listas para volver a ser habitadas.

En el interior 

El contraste con la tranquilidad que reina en Pilar se tiene en el interior del distrito y de los otros 15 municipios: las aguas destruyeron todo a su paso, miles de familias perdieron sus posibilidades de subsistencia y abrigos. Más que nunca requieren de la solidaridad de sus compatriotas.

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