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ALBERDI, departamento de Ñeembucú (Roque González Vera, enviado especial). Durante la jornada del lunes hubo intensas lluvias en Alberdi y alrededores. El resultado fue un aumento de nivel del río Paraguay, cuya profundidad frente al puerto fue de 9,82 metros anoche a las 21:00. El domingo la marca fue de 9,78, en contrapartida, el sábado se mantuvo estacionado, según los datos.
La disminución del ritmo de crecida no tardó en alentar a pronosticadores de Asunción en afirmar que la crecida comenzará en breve su proceso de retroceso. Obviamente conocen muy poco lo que sucede en el terreno: la masa gigantesca de agua que rodea a Alberdi no va a desaparecer en un lapso de dos o tres semanas solo porque la crecida bajó su ritmo; pueden pasar meses para que el agua deje de ser una amenaza directa sobre la ciudad.
Y el problema es precisamente que en marzo se tiene la perspectiva de nuevas lluvias, en coincidencia con la presencia del fenómeno El Niño en la región.
El río Paraguay está generando una presión extraordinaria sobre el muro que protege a Alberdi y el punto más débil se encuentra en un lugar que el año pasado se desmoronó y el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) no reparó a tiempo. Los alberdeños confían en que la defensa costera resistirá, pero saben que si el río Paraguay sube un metro y centímetros no tienen chance: 7.000 personas se convertirán en damnificadas.
El 85 por ciento de la ciudad quedará bajo agua con todo el impacto social, económico y político que implica la derrota frente a una naturaleza que se muestra inexorable.
El cura párroco de Alberdi, presbítero Marcos Lobato, repite una y otra vez que Alberdi necesita en forma urgente y desesperada bombas de succión de gran potencia. La descripción que realiza de la ciudad no puede ser más exacta: Alberdi está rodeada de agua por fuera y por dentro del muro.
Fuera del muro se conoce muy bien la situación, por la crecida del río Paraguay. Y, dentro del muro, el problema es el agua de las intensas lluvias que caen cada semana sin dar respiro a una población agotada.
De cinco motobombas, solo dos se encuentran en funcionamiento gracias a un tremendo trabajo del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Alberdi. El titánico esfuerzo de los bomberos voluntarios permitió que el barrio Chaco’i no llegue a inundarse por completo, por ejemplo.
Pero, es insuficiente; no se puede esperar milagros con dos motobombas funcionando en un muro de 7 kilómetros de largo.
Esta presión por dentro y por fuera del muro lleva a la desesperanza de que la lucha está perdida, pero los alberdeños resisten; luchan codo a codo por evitar la caída de la ciudad.
No son irresponsables, menos aún temerarios: tienen miedo, hay incertidumbre y zozobra, pero tienen la convicción de que pueden luchar. Y lo están haciendo.
Cartes prometió dotar a la ciudad de motobombas, adecuadas para expulsar las aguas que están dentro de la ciudad. Los equipos deben llegar antes de que caigan los muros.