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LIMPIO (Rocío Portillo, corresponsal). La joven identificada como Alexandra Torres (20) indicó que era coordinadora de la Pastoral Juvenil de la parroquia limpeña hasta hace unos quince días. Relató que desde mediados de este año comenzó a ser sistemáticamente acosada por el párroco local, presbítero Silvestre Olmedo.
Según señaló, inicialmente le manifestaba su interés con palabras y después, el 21 de setiembre último, pasó al manoseo en la espalda y el pecho, que la motivó a presentar la denuncia ante la Policía Nacional y el Ministerio Público, en la unidad interinada por la fiscala Luciana Ramos. De acuerdo a las manifestaciones de la joven, el sacerdote aprovechó una tarde que ella se encontraba sola en la secretaría parroquial para intensificar el acoso y manosearla.
“Primero me decía que era linda, me acariciaba el pelo y ya me incomodaba. Como trabajo muy de cerca con los temas juveniles, traté de evitar lo más que pude la proximidad con el sacerdote. Pero una tarde que me fui a redactar una nota a la secretaría de la casa parroquial, él se me acerca por la espalda, me acaricia y luego va hacia mi pecho”, mencionó la joven.
Calló por temor al qué dirán, pero después decidió revelar todo ante la posibilidad de que el religioso le haga lo mismo a otras jóvenes.
Le pidieron que ore
Expuso el caso ante los integrantes de la Pastoral Juvenil en una asamblea extraordinaria. Como resultado, los más antiguos de la agrupación le aconsejaron que informe el caso ante el titular del Decanato 9 con sede en Luque y del cual depende la parroquia San José de Limpio, monseñor Dionisio Echagüe.
Recurrió a Echagüe y el religioso le derivó con el arzobispo metropolitano de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela. El prelado lo único que hizo fue pedirle “que ore por el sacerdote”, según señaló.
“Monseñor Valenzuela nos recibió y anotó todo lo que le manifestamos, pero no hizo nada más que instarnos a orar por el sacerdote. Nunca se le suspendió o le pidieron cuentas de lo que hizo. Por eso renuncié a trabajar con los temas juveniles y ya no voy a misa”, lamentó la mujer, que tras superar la impotencia de no saber qué hacer, realizó la denuncia policial y luego fiscal.
Consultado al respecto, el sacerdote Silvestre Olmedo dijo que no emitiría comentarios al respecto. “No voy a hablar con nadie, menos con la prensa. Esto es un tema personal y no tengo por qué comentarte nada”, dijo el religioso.
Tratamos de hablar ayer con monseñor Valenzuela, pero no respondió nuestras llamadas telefónicas.