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VILLARRICA (Pablo Gastón Ortiz, corresponsal). El adolescente, que vive en Paso Yobái, relató que sufrió un sistemático abuso entre agosto y noviembre del año 2014, cuando tenía 13 años de edad. Para la ley en ese entonces la víctima aún era un niño, a diferencia de los seis jóvenes de entre 16 y 21 años que denunciaron hace dos años por acoso y abuso sexual al expárroco de Paso Yobái Gustavo Ovelar (61), y al exvicario pastoral de esa ciudad, Francisco Javier Bareiro (45).
La víctima relató que era un colaborador de la Iglesia y constantemente se quedaba a dormir en la casa parroquial. Por lo general pasaba la noche en un sofá de la sala, dijo.
Pero, una vez tuvo que acostarse en la misma cama que el padre Ovelar, cuando el religioso le tocó los órganos genitales. En ese momento, el joven se apartó e indicó que el episodio lo dejó confundido.
En otra oportunidad, en horas de la madrugada y mientras dormía en la sala, el sacerdote se acercó, le bajó el short y empezó a hacerle una felación. Nuevamente el chico se apartó y el religioso volvió a su habitación.
Luego de este último episodio ya no quería ir más a dormir en la casa parroquial, pero sus padres insistían en que lo haga ya que el joven no les contó lo que sufrió hasta después de que Gustavo Ovelar fue expulsado de la diócesis de Villarrica, en marzo de 2015.
Los acosos y abusos no terminaron allí. Otra noche en que estaba durmiendo en la sala, el sacerdote se acercó para volver a abusar de él. El adolescente se resistió sin decir nada y simplemente se apartó del lugar.
En las semanas siguientes optó por usar otra de las habitaciones de la casa parroquial de Paso Yobái, en donde podía encerrarse con llave. A pesar de todo, el joven detalló que podía escuchar como el cura intentaba abrir la puerta, girando el picaporte.
En otras ocasiones no pudo usar más esa pieza porque el sacerdote quitó la llave de la cerradura. Tuvo que dormir otra vez más en la sala y como ya se hizo costumbre, Gustavo Ovelar volvió a “visitarlo” por las noches.
Una vez más el joven se resistió, comentó. También recordó que en una oportunidad, cuando viajaban juntos en los asientos traseros de un vehículo, el cura lo volvió a manosear.