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Como si la gente fuera estúpida, la fiscala Ana Girala, quien por encargo del Ministerio Público investiga el incendio recientemente ocurrido en la subestación de la ANDE ubicada en el barrio Laurelty de San Lorenzo, adelantó la peregrina conclusión de que el siniestro ocurrió por sobrecalentamiento de los equipos por efecto del intenso calor reinante en esos días. Para reforzar tal disparate, citó como fuente de su testimonio al único personal de la institución que se encontraba en la estratégica infraestructura del servicio eléctrico nacional cuando ocurrió el incendio: un sereno.
Ningún insulto público es peor que el que ofende al sentido común de la gente. De ahí que el ensayado por la agente fiscal ha servido más bien para agriar aún más la histeria colectiva desatada por el colapso del ente responsable del suministro de electricidad a nivel país, antes que para mitigarla. Dada la evidente ignorancia técnica de la fiscala Girala en el siniestro que tiene a su cargo investigar, su prisa en adelantar la supuesta causa del mismo es muy llamativa, lo que hace suponer a la gente que ella se prestó a la metáfora de hablar por boca de ganso.
Cualquier zopenco sabe que las instalaciones de infraestructura eléctrica como las de referencia son construidas con rigurosos estándares de calidad condicionada a un eficiente servicio de mantenimiento programado, por lo que jamás podrían siniestrarse por el mero efecto de alta temperatura ambiental, como nos quiere hacer creer la fiscala. Evidentemente, ella se limitó a repetir la cantinela que los técnicos de la ANDE le soplaron al oído. No cabe otra conclusión lógica, al menos en cuanto a sentido común se refiere. La sospecha pública tiene asidero si nos remitimos a las esquivas declaraciones del principal responsable técnico de la operación del sistema de suministro eléctrico nacional: el ingeniero Walter Causarano, gerente técnico de la institución, de inoperante gestión como viceministro de Obras del MOPC en el actual gobierno.
En efecto, hasta ahora este burócrata no ha tenido la hombría de bien –mejor dicho la obligación que tiene como funcionario público– de comunicar a los cientos de miles de ciudadanos perjudicados por la catástrofe energética la verdadera causa de los incendios ocurridos en las subestaciones de Lambaré y Laurelty: FALTA DE MANTENIMIENTO de las obsoletas instalaciones del sistema eléctrico nacional. No es de extrañar esta irresponsable actitud del alto funcionario de la ANDE, habida cuenta de que la institución, como la mayoría de las demás reparticiones públicas de los tres Poderes del Estado, está plagada de corrupción, clientelismo político e ineficiencia institucional.
Las catástrofes en el suministro de energía eléctrica continuarán repitiéndose cada vez con mayor frecuencia y perjuicio si el Presidente de la República, como supremo administrador del país, no declara una emergencia eléctrica nacional e impulsa con firmeza, a través de legisladores de su partido, una reforma estructural de la ANDE en función de una política energética nacional de largo plazo. Si los Poderes del Estado no intervienen a tiempo para salvar al país de una tragedia mayor, el pueblo debe movilizarse para reclamar lo que legítimamente le corresponde: buen servicio de los suministros públicos por los que paga.