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“La inserción de Paraguay en el mundo” es el tema central de un foro organizado por las entidades Desarrollo en Democracia, la Asociación de Empresarios Cristianos (ADEC), Cerneco, el Club de Ejecutivos y la Red de Líderes, que se realizará en la tarde de hoy en las instalaciones del Banco Central del Paraguay (BCP). Destacadas figuras de la región, como el senador uruguayo Sergio Abreu, el expresidente boliviano Carlos Mesa, el diplomático brasileño Rubens Barbosa, entre otros, reflexionarán sobre el estado de las relaciones internacionales, y el lugar que ocupa y debe ocupar en el mundo nuestro país. En el momento actual, y a la luz de los recientes acontecimientos políticos, la vigencia de este debate es crucial. De su acertado abordaje dependen cuestiones fundamentales para proyectar nuestro futuro como nación.
El Mercosur, que durante más de dos décadas fue la principal plataforma de nuestra estrategia nacional de vinculación externa, se encuentra exánime. La profunda crisis institucional en que lo sumió la arbitraria e ilegal suspensión de nuestro país de su participación en los organismos de decisión del bloque, así como la brutal violación de la normativa comunitaria que supuso la ilegítima incorporación del gorila bolivariano Hugo Chávez al mismo, implicaron una herida mortal al proceso de integración regional.
La situación de postración institucional en que quedó el proceso de integración fue muy bien graficada por el expresidente del Uruguay Julio María Sanguinetti, en un reciente artículo de opinión publicado en el diario argentino La Nación, en el que sentenció: “Si Asunción lo bautizó (al Mercosur), Mendoza, en estos inolvidables 28 y 29 de junio, le dio la extremaunción a un herido grave”.
Nuestros “socios” del bloque siempre trataron al Paraguay como un Estado paria. Hoy esta situación se agudizó notablemente, producto de las sanciones que antojadizamente se nos han impuesto.
Nuestras opiniones nunca contaron, nuestras necesidades de encauzar las dificultades planteadas por el comercio regional siempre fueron marginadas.
A todo esto se suma el odioso criterio de nuestros vecinos, expresado con particular insidia por el asesor de Relaciones Internacionales de la Presidencia del Imperio del Brasil, al que se intenta disimular con la fachada de una República, Marco Aurelio García, cuando aseveró que si nuestro país vuelve al bloque tras las elecciones del próximo año, “debe someterse” a todo lo que sus socios han decidido de manera grosera e injusta. O sea, nos tratan como si fuéramos sus esclavos. Para decirlo sin ambages ni falsos eufemismos, nos ponen en la letrina del Mercosur.
Todo este lamentable y confuso panorama hace que hoy sea más oportuno y necesario que nunca reflexionar sobre el lugar que ocupamos y que debemos ocupar a partir de ahora en el mundo.
Desafortunadamente, en nuestra Cancillería se ha optado por mantener el statu quo, y no existe ningún atisbo de que allí se estén abordando con lucidez los escenarios de inserción externa y los desafíos que se plantean para el Paraguay en el futuro inmediato. Allí las cosas transcurren con la inercia y la falta de creatividad propias de las burocracias anquilosadas e ineficientes.
Más que bienvenida, entonces, la oportunidad de que las ilustres figuras que disertarán hoy en el Banco Central colaboren con los paraguayos en el replanteamiento de las posibilidades que tiene el país de insertarse en la comunidad internacional con mayores chances de profundizar nuestro intercambio comercial, obtener transferencia de tecnología, cooperación y lograr la captación de inversiones, fundamentalmente a partir de los graves y desafiantes hechos anteriormente mencionados.
Estos invitados podrían sugerir las alternativas que se abren para nuestro país, qué perspectivas tienen del lugar que ocupa esta región en el mundo en el siglo XXI y cómo puede hacerse para superar el severo encorsetamiento en el que estamos aprisionados los socios minoritarios del Mercosur, al vernos siempre incapacitados de negociar acuerdos bilaterales de libre comercio, solo para que la hegemonía política y comercial de los socios mayoritarios pueda ser mantenida intacta, demostración tangible de la angurria y el egoísmo que permanentemente orientan sus políticas externas.
Se ha dicho en muchas ocasiones que las situaciones de crisis tienen la virtud de poder convertirse en momentos de oportunidad; una premisa válida tanto para la vida de las personas como para la de las naciones. Siendo esto así, esperamos que la coyuntura actual nos permita a los paraguayos repensar los caminos de nuestro relacionamiento con el mundo, agudizando el ingenio y la inventiva para obtener cada vez mayores posibilidades de desarrollo económico y social de las ventajas comparativas que nos ofrece la aldea global.