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La constancia en la acción, la persistencia, es uno de los métodos políticos más antiguos y utilizados.
Entre nosotros, una clara muestra de tal método puede verse en la acción de los que piden el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China. Es habitual, puede notarse, que quienes viajan a ese país invitados por su Gobierno, a su regreso, hablen de lo bueno y conveniente que sería establecer relaciones diplomáticas con él -rompiéndolas con la República de China en Taiwán-, dando siempre como único argumento el de que de tal modo se accedería a un mercado comprador de 1.200 ó 1.300 millones de personas.
Ese argumento único es inexacto. El hecho de no mantener relaciones diplomáticas no ha sido obstáculo para que, de largos años atrás, mercaderías de China continental nos lleguen con toda facilidad legalmente en pocos casos, pero en muchos de contrabando de Iquique, que ha fundido, entre otras, a la industria paraguaya de la confección. También algunos productos paraguayos, no muchos, se fueron y siguen yendo allá. Lo mismo le ocurre a la República China en Taiwán: comercia sin problemas con prácticamente todo el mundo -incluso China roja- a pesar de no mantener relaciones diplomáticas sino con solo 27 naciones, ninguna de las cuales -por lo demás- figura entre sus principales compradores o proveedores.
La venta de productos paraguayos a China roja -si es por eso también a Taiwán- sufre además de una seria dificultad: no tenemos mayormente nada que ofrecerles a ninguna de esas dos naciones. En todo caso, el interés político de comprar alguno que otro producto paraguayo siempre será mayor en la República de China en Taiwán que en China roja. Y el interés económico también puede ser allí más perdurable porque se trata de una nación isleña pequeña para su población y de necesariamente limitada capacidad de producción de alimentos y materias primas.
Taiwán, proclive políticamente a ayudar al Paraguay, pronto entenderá que para mejorar la amistad es mucho más conveniente que regale menos y, en cambio, que compre más.
Hay otras razones para el relacionamiento con la República de China en Taiwán antes que con China continental. La China de Taiwán está decidida a convertirse en una nación cada día más seria y democrática. Hablamos aquí de una nación que por milenios fue monárquica, casi constantemente gobernada con autoritarismo, que quiere, sin embargo, seguir un camino de libertad, igualdad, legalidad y justicia. Se asemeja así mucho a nuestra nación. Tenemos entonces no solo un factor común de ideales políticos, sino también una razón para la acción conjunta y la ayuda recíproca. Ambos muy distintos, en formas y estilos, pero también con la unidad común a todo lo profundamente humano.
Si se quisiera agregar todavía una razón de carácter económico más, debería igualmente consignarse que la China de Taiwán sigue firme en su intención -lo dijo hace poco su Vicepresidenta a periodistas paraguayos- de montar industrias en nuestro país. Cuando un país con una de las mayores reservas de divisas del mundo habla de inversión, una nación como la nuestra -y sus empresarios- no puede sino escuchar, pensar y poner en marcha lo antes posible todos los negocios convenientes.
Por el otro lado, para conversar con alguien en la China roja, se lo debe hacer con funcionarios públicos similares a los que tenía Stroessner en el Ministerio de Industria y Comercio, cuyas decisiones emanaban de la conveniencia de la dictadura o de la coima que recibían. Si bien en China roja podrían no existir las coimas, SI existe una dictadura oprobiosa cuyo UNICO interés en Paraguay es que rompa relaciones diplomáticas con Taiwán, país que desde hace décadas nos ha demostrado su amistad. Romperla sería de mal nacidos, y los paraguayos no lo somos.