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El histórico acuerdo al que se arribó en la reciente Cumbre sobre Cambio Climático realizado en París, cuyo cometido principal ha sido limitar el aumento de la temperatura global del planeta a menos de 2 grados centígrados para fines del presente siglo, es una muestra manifiesta de que los representantes de casi 200 países que asistieron al COP21 no solo han admitido que el problema en la variación de la temperatura del globo existe, sino que reconocen además que la problemática es responsabilidad de todos y que cualquier esfuerzo que se haga, por más pequeño que sea, beneficiará enormemente a la humanidad de esta y próximas generaciones.
Casi paralelamente a la cumbre climática realizada en la capital francesa, y en el espíritu de la misma, se llevó a cabo la firma de contrato para construir el edificio de la Unión Europea (UE) en Paraguay –donde también tendrá su sede la Embajada de Francia y la Eurocámara de Comercio–, que puede considerarse una de las primeras edificaciones realizadas en el país que será construida bajo criterios de una arquitectura sustentable.
Este emprendimiento, que lleva la certificación de “Líder en Eficiencia Energética y Diseño Sostenible” (LEED), utilizará el concepto de acondicionamiento pasivo, particularmente la orientación y sombra y aislación de techos, a fin de minimizar la entrada de calor al edificio. Asimismo, el sistema de iluminación, ventilación y refrigeración será de bajo consumo, utilizándose gases que no afectarán la capa de ozono. Se regenerará energía a través de instalaciones de paneles solares fotovoltaicos, y el sistema de riego de las áreas verdes optimizará el consumo de agua pluvial almacenada a través de un tanque recolector.
Es sabido que la “arquitectura sustentable” o “arquitectura ambientalmente consciente” es una modalidad de concebir el diseño arquitectónico buscando optimizar recursos naturales y sistemas de edificación más óptimas, a fin de disminuir al máximo el impacto ambiental, más todavía en ciudades como la nuestra donde el calor arrecia.
Sin lugar a dudas, el deterioro ambiental en el que está enfrascada hoy la humanidad, con los consabidos problemas de la tala de árboles, la contaminación de los cursos de aguas, la desaparición de importantes recursos genéticos, entre otros, que traen aparejadas consecuencias catastróficas para la sociedad, hace que los proyectos de desarrollo vengan incorporados con el componente ambiental. En esta temática, el área de la industria de la construcción en nuestro país es uno de los rubros que deben “aggiornarse” dentro de los parámetros de criterios ambientales. El edificio de la UE es un ejemplo auspicioso.
De acuerdo a precisiones del Banco Central del Paraguay (BCP), una de las actividades económicas de mayor desempeño en el país y con excelentes expectativas de crecimiento es precisamente este sector, y que según los economistas se espera que sea el motor de la economía en 2016. Es de esperar que en este contexto la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat), ente gubernamental responsable de la implementación de la política del sector habitacional del país, tome también la posta en remodelar su política, haciendo que los criterios ambientales –ausentes hasta el momento en sus proyectos– sean tomados en cuenta. Lo mismo es de desear de la Cámara Paraguaya de la Industria de la Construcción (Capaco) y constructoras independientes. En la cuestión ambiental ya no hay tiempo que perder.