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En una suerte de plagio a Carlos Saúl Menem, ex presidente argentino, hoy procesado por manejos non sanctos de la cosa pública, califican también al proyecto hidroeléctrico paraguayo-argentino como monumento a la corrupción.
Recordemos que el 3 de abril de 1990, Menem había decidido paralizar el proyecto, luego de haberlo estigmatizado públicamente como un monumento a la corrupción. (1)
La lapidaria conclusión menemiana fue apuntalada por el siguiente razonamiento: Yacyretá tenía un presupuesto o costo original de US$ 1.500 millones -en rigor, de US$ 1.079,3 millones-. (2) Hasta abril de 1990, con un avance de la obra inferior al 50%, sus administradores habían gastado ya US$ 3.000 millones.
Ergo, sus administradores, subadministradores, allegados, etc., no se limitaron a desviar el río, sino también el flujo de recursos financieros hacia turbinas y generadores de fortunas que carecen de relación alguna con lo público.
¿Se investigó la denuncia presidencial? Sí, meses después se constituyó una Comisión de Evaluación y Fiscalización del Desarrollo de las Obras y Gestión de Yacyretá, la que a su vez contrató un par de firmas: Auditores y Consultores Asociados (AYCA) por nuestro país, y la Sindicatura General de Empresas Públicas por Argentina.
En enero de 1991, ambas consultoras elevaron su Informe especial a la Comisión de referencia.
Tan común fue el Informe especial, que hasta la fecha, casi 15 años después, no pudo identificarse a uno solo de los privilegiados artistas que esculpieron tan excepcional monumento.
Es más, en esos quince años que median entre la denuncia de marras y la fecha, por extraño que parezca, ese monumento ha exhibido una insólita vitalidad: creció.
Veamos las pruebas que arrima Transparencia:
a).- US$ 1870 millones gastados en el proyecto carecen de la documentación justificatoria, según el director de la Oficina Paraguaya de Contabilidad General.
b).- Está inundando los esteros de Yberá.
c).- Debido a los excesivos costos, la electricidad no resulta económica y necesita subsidio del Gobierno.
SOLO TRES ARISTAS DEL POLIEDRO
En 1990, con solo el 50% de las obras realizadas, Menem hablaba ya de un sobrecosto de US$ 1.500 millones. Quince años después, Transparencia Internacional destaca que las administraciones del ente binacional gastaron US$ 1.870 millones y que, según el director de la Oficina Paraguaya de Contabilidad, no cuentan con documentos legales y administrativos que los justifiquen.
Lamentablemente no se aclara si esa Oficina es de la binacional o de otra dependencia estatal, porque los únicos directores en la actual estructura administrativa de Yacyretá, son Oscar Thomas, por Argentina, que sigue detentando la Dirección Ejecutiva del ente, y Carlos Miguel Goiburú, que con el cargo de director, ejerce algunas tareas delegadas por el titular argentino.
No obstante, muchos gastos -y también inversiones- de la binacional, debe admitirse, cuentan con documentos que los respaldan. Ese es el caso de la compra sobrefacturada de la sede principal de la entidad en Asunción. Caso que fue denunciado ante el Ministerio Público de nuestro país, y que como otros grandes casos se desliza inevitablemente hacia el cementerio de elefantes.
Otro posible escándalo, que no aparece en los reportes sobre el Informe 2005 de Transparencia, se relaciona con los Asuntos Contractuales Pendientes, reclamados por Empresas Reunidas Impregilo-Dumez y Asociadas de Yacyretá (ERIDAY), adjudicataria del contrato Y-C1, obras civiles principales del proyecto.
Tan escasa era la visibilidad en este terreno, que las partes buscaron un Tribunal de Arbitros de Derecho para guiarse; tribunal en el que, dicho sea de paso, un miembro argentino representaba a la binacional.
Según la parte reclamante, a valores del 2002, esos asuntos pendientes ascendían a US$ 792.813.035, el 54% del costo original del contrato mencionado.
El 26 de junio de 2003, la EBY replicaba que esa suma era apenas de US$ 190 millones. La herida está a punto de supurar, luego las cifras que manejan las Altas Partes Contratantes como necesarias para concluir la obra, alrededor de US$ 600 millones, en el mejor de los casos, serían triplicadas.
Acerca de la arista ecológica del informe, está inundando el estero del Yberá. Sin lugar a dudas, lo informado es extremadamente parcial, cuasi reduccionista. En efecto, el embalse del complejo, apenas alcance la cota definitiva, anegará, entre otras cosas, una parte considerable de la ciudad paraguaya de Encarnación, capital del departamento de Itapúa.
Recordemos también, que el 80% del territorio que quedará bajo sus aguas, con su riqueza forestal, su potencialidad agrícola, sus ricos yacimientos de lodo, etc., es paraguayo.
... Y, lo que es peor, la entidad, hasta ahora, pese a que la primera fase de ese plan de inundación progresiva comenzó en 1994, indemnizó solo a un grupo de los afectados y construyó una fracción de las obras que debió reponer, en funcionamiento.
Recordemos también, que si no se erige en tiempo y forma el dique de defensa del Aguapey, esa suerte de mar interno que será el embalse de Yacyretá será todavía mayor, a expensas de más territorio paraguayo.
En lo atinente a la tarifa de Yacyretá, la realidad contradice la conclusión de Transparencia, porque es absolutamente económica, porque el costo real de servicio de electricidad de Yacyretá cuadruplica al vigente. Además, la diferencia es subsidiada también con regalías paraguayas y la tumefacción cada vez mayor de la deuda de la EBY.
Según los registros de finales del 2003, esa deuda era de US$ 10.112 millones, una cifra cinco veces superior al monto del saldo de la deuda externa de nuestro país. De ese total, US$ 9.037 millones son reclamados por el Gobierno argentino, por consiguiente, el concepto subsidio debería sustituirse por el de acreedor.
El resto de la deuda binacional se desglosa del modo siguiente: US$ 420 millones a los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo; US$ 352 millones a otros bancos del exterior; US$ 58 millones son imputados a intereses, comisiones y otros; US$ 57 millones al Gobierno paraguayo (obviamente se excluye, no sabemos por qué, los más de US$ 400 millones de regalías que le fueron diferidas) y US$ 188 millones a otros.
Desde finales del 2003 a marzo de 2005 transcurrieron varios meses y, de acuerdo con las declaraciones del director paraguayo de la EBY formuladas en abril de 2004, ese pasivo crece a razón de US$ 600 millones por año. (3)
A lo señalado debe añadirse que desde 1994, la central hidroeléctrica de Yacyretá solo opera con el 60% de su capacidad instalada (3.000.000 de kilowatts), y que el 40% restante permanece ocioso debido al bajo nivel de su embalse.
¿QUE HACER?
En Yacyretá, casi treinta años después, abundan los informes especiales, diagnósticos y hasta recetas; sin embargo, el monumento crece.
... Entonces, esta es la hora de integrar una verdadera comisión de evaluación y fiscalización, incluso con Transparencia, que investigue, meticulosa y exhaustivamente, todo lo actuado en los 30 años de funcionamiento de la entidad binacional. La recuperación de los bienes escamoteados así como la penalización de los salteadores de la cosa pública vendrán por añadidura.
Asimismo, es necesario conformar una segunda comisión, multilateral, con autoridades nacionales, regionales y de la EBY para identificar y solucionar los problemas económico-financieros de la entidad, así como los sociales, económicos y ambientales de las áreas afectadas.
Por último, sin pretender convertir nuestra receta en una panacea, es inevitable que Argentina, impulsor del proyecto, principal responsable de sus 24 años de atraso y casi exclusivo beneficiario de su energía, opte por una condonación lisa y llana de tramos importantes de la deuda de Yacyretá, corrompida por de 24 años de atraso y corrupción.
Referencias
(1) ABC Color. Economía. Pág. 11, 04/04/90.
(2) Tratado de Yacyretá y Normas Complementarias. Anexo C. Planilla 1. Pág. 45. Asunción, 1987.
(3) La Nación. Economía. Pág. 08, 06/04/05
Recordemos que el 3 de abril de 1990, Menem había decidido paralizar el proyecto, luego de haberlo estigmatizado públicamente como un monumento a la corrupción. (1)
La lapidaria conclusión menemiana fue apuntalada por el siguiente razonamiento: Yacyretá tenía un presupuesto o costo original de US$ 1.500 millones -en rigor, de US$ 1.079,3 millones-. (2) Hasta abril de 1990, con un avance de la obra inferior al 50%, sus administradores habían gastado ya US$ 3.000 millones.
Ergo, sus administradores, subadministradores, allegados, etc., no se limitaron a desviar el río, sino también el flujo de recursos financieros hacia turbinas y generadores de fortunas que carecen de relación alguna con lo público.
¿Se investigó la denuncia presidencial? Sí, meses después se constituyó una Comisión de Evaluación y Fiscalización del Desarrollo de las Obras y Gestión de Yacyretá, la que a su vez contrató un par de firmas: Auditores y Consultores Asociados (AYCA) por nuestro país, y la Sindicatura General de Empresas Públicas por Argentina.
En enero de 1991, ambas consultoras elevaron su Informe especial a la Comisión de referencia.
Tan común fue el Informe especial, que hasta la fecha, casi 15 años después, no pudo identificarse a uno solo de los privilegiados artistas que esculpieron tan excepcional monumento.
Es más, en esos quince años que median entre la denuncia de marras y la fecha, por extraño que parezca, ese monumento ha exhibido una insólita vitalidad: creció.
Veamos las pruebas que arrima Transparencia:
a).- US$ 1870 millones gastados en el proyecto carecen de la documentación justificatoria, según el director de la Oficina Paraguaya de Contabilidad General.
b).- Está inundando los esteros de Yberá.
c).- Debido a los excesivos costos, la electricidad no resulta económica y necesita subsidio del Gobierno.
En 1990, con solo el 50% de las obras realizadas, Menem hablaba ya de un sobrecosto de US$ 1.500 millones. Quince años después, Transparencia Internacional destaca que las administraciones del ente binacional gastaron US$ 1.870 millones y que, según el director de la Oficina Paraguaya de Contabilidad, no cuentan con documentos legales y administrativos que los justifiquen.
Lamentablemente no se aclara si esa Oficina es de la binacional o de otra dependencia estatal, porque los únicos directores en la actual estructura administrativa de Yacyretá, son Oscar Thomas, por Argentina, que sigue detentando la Dirección Ejecutiva del ente, y Carlos Miguel Goiburú, que con el cargo de director, ejerce algunas tareas delegadas por el titular argentino.
No obstante, muchos gastos -y también inversiones- de la binacional, debe admitirse, cuentan con documentos que los respaldan. Ese es el caso de la compra sobrefacturada de la sede principal de la entidad en Asunción. Caso que fue denunciado ante el Ministerio Público de nuestro país, y que como otros grandes casos se desliza inevitablemente hacia el cementerio de elefantes.
Otro posible escándalo, que no aparece en los reportes sobre el Informe 2005 de Transparencia, se relaciona con los Asuntos Contractuales Pendientes, reclamados por Empresas Reunidas Impregilo-Dumez y Asociadas de Yacyretá (ERIDAY), adjudicataria del contrato Y-C1, obras civiles principales del proyecto.
Tan escasa era la visibilidad en este terreno, que las partes buscaron un Tribunal de Arbitros de Derecho para guiarse; tribunal en el que, dicho sea de paso, un miembro argentino representaba a la binacional.
Según la parte reclamante, a valores del 2002, esos asuntos pendientes ascendían a US$ 792.813.035, el 54% del costo original del contrato mencionado.
El 26 de junio de 2003, la EBY replicaba que esa suma era apenas de US$ 190 millones. La herida está a punto de supurar, luego las cifras que manejan las Altas Partes Contratantes como necesarias para concluir la obra, alrededor de US$ 600 millones, en el mejor de los casos, serían triplicadas.
Acerca de la arista ecológica del informe, está inundando el estero del Yberá. Sin lugar a dudas, lo informado es extremadamente parcial, cuasi reduccionista. En efecto, el embalse del complejo, apenas alcance la cota definitiva, anegará, entre otras cosas, una parte considerable de la ciudad paraguaya de Encarnación, capital del departamento de Itapúa.
Recordemos también, que el 80% del territorio que quedará bajo sus aguas, con su riqueza forestal, su potencialidad agrícola, sus ricos yacimientos de lodo, etc., es paraguayo.
... Y, lo que es peor, la entidad, hasta ahora, pese a que la primera fase de ese plan de inundación progresiva comenzó en 1994, indemnizó solo a un grupo de los afectados y construyó una fracción de las obras que debió reponer, en funcionamiento.
Recordemos también, que si no se erige en tiempo y forma el dique de defensa del Aguapey, esa suerte de mar interno que será el embalse de Yacyretá será todavía mayor, a expensas de más territorio paraguayo.
En lo atinente a la tarifa de Yacyretá, la realidad contradice la conclusión de Transparencia, porque es absolutamente económica, porque el costo real de servicio de electricidad de Yacyretá cuadruplica al vigente. Además, la diferencia es subsidiada también con regalías paraguayas y la tumefacción cada vez mayor de la deuda de la EBY.
Según los registros de finales del 2003, esa deuda era de US$ 10.112 millones, una cifra cinco veces superior al monto del saldo de la deuda externa de nuestro país. De ese total, US$ 9.037 millones son reclamados por el Gobierno argentino, por consiguiente, el concepto subsidio debería sustituirse por el de acreedor.
El resto de la deuda binacional se desglosa del modo siguiente: US$ 420 millones a los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo; US$ 352 millones a otros bancos del exterior; US$ 58 millones son imputados a intereses, comisiones y otros; US$ 57 millones al Gobierno paraguayo (obviamente se excluye, no sabemos por qué, los más de US$ 400 millones de regalías que le fueron diferidas) y US$ 188 millones a otros.
Desde finales del 2003 a marzo de 2005 transcurrieron varios meses y, de acuerdo con las declaraciones del director paraguayo de la EBY formuladas en abril de 2004, ese pasivo crece a razón de US$ 600 millones por año. (3)
A lo señalado debe añadirse que desde 1994, la central hidroeléctrica de Yacyretá solo opera con el 60% de su capacidad instalada (3.000.000 de kilowatts), y que el 40% restante permanece ocioso debido al bajo nivel de su embalse.
¿QUE HACER?
En Yacyretá, casi treinta años después, abundan los informes especiales, diagnósticos y hasta recetas; sin embargo, el monumento crece.
... Entonces, esta es la hora de integrar una verdadera comisión de evaluación y fiscalización, incluso con Transparencia, que investigue, meticulosa y exhaustivamente, todo lo actuado en los 30 años de funcionamiento de la entidad binacional. La recuperación de los bienes escamoteados así como la penalización de los salteadores de la cosa pública vendrán por añadidura.
Asimismo, es necesario conformar una segunda comisión, multilateral, con autoridades nacionales, regionales y de la EBY para identificar y solucionar los problemas económico-financieros de la entidad, así como los sociales, económicos y ambientales de las áreas afectadas.
Por último, sin pretender convertir nuestra receta en una panacea, es inevitable que Argentina, impulsor del proyecto, principal responsable de sus 24 años de atraso y casi exclusivo beneficiario de su energía, opte por una condonación lisa y llana de tramos importantes de la deuda de Yacyretá, corrompida por de 24 años de atraso y corrupción.
Referencias
(1) ABC Color. Economía. Pág. 11, 04/04/90.
(2) Tratado de Yacyretá y Normas Complementarias. Anexo C. Planilla 1. Pág. 45. Asunción, 1987.
(3) La Nación. Economía. Pág. 08, 06/04/05