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Davino Pinheiro dos Santos (66) lleva viviendo cuarenta años en Salto del Guairá y se dedica a la venta de fritangas sobre una bicicleta resguardada con sombrilla de playa. Cuando llegó desde el estado de Paraná la ciudad apenas tenía 13 años y en nada se parecía a lo que es hoy, un emporio comercial poblado de shoppings con una febril actividad.
“Hace diez años esto comenzó a cambiar, mejoró un 100% y la mayoría de la gente viene del Brasil. Pero mis clientes en su mayoría son paraguayos que me compran empanadas, milanesas, sandwiches, pancho”, dice.
Tiene tres hijos brasileños y tres paraguayos. “La vida es muy tranquila aquí. Se trabaja bien con mucha seguridad. Si você se comporta bien no tendrá problemas con nadie. Si se comporta bien, vive tranquilo”.
Anteriormente, debía recorrer distintas instituciones públicas como la Marina, la Aduana, el Cuartel, para ofrecer sus productos, pero ahora no necesita moverse del paseo central de la avenida, porque los clientes le llueven todo el día. Como él varios pobladores se sienten brasileños y paraguayos a la vez. Viven de los compradores, tanto paraguayos como extranjeros, en su mayoría brasileños.
El negocio más floreciente y casi único al que se dedica gran parte de la población es el de los shoppings y centros comerciales. Los días de mayor actividad son los fines de semana y feriados en el Brasil. En las calles de Salto del Guairá se ve un intenso trajín, donde las motocicletas y vehículos de todo porte se entrecruzan con lujosos automóviles.
Otros que no se quejan para nada son los taxistas. Víctor Ibarrola (39) de la Asociación de Taxistas menciona que existen unos 400 taxis que operan en ocho asociaciones. Él preside una de las más nuevas.
Los días de mayor actividad para ellos son los martes y jueves cuando llegan los sacoleiros. Trabajan desde las 05:00 de la mañana hasta las 22:00, aunque ahora la Municipalidad quiere que por lo menos un gremio opere las 24 horas para dar vida nocturna al centro.
Es que en Salto del Guairá la actividad diaria termina muy temprano. Salvo los patios de comidas de los shoppings, casi no hay restaurantes, ni discotecas y mucho menos cines. Hay muy pocos jóvenes que puedan generar el negocio de la diversión, pues la mayoría trabaja.
En Salto del Guairá, los vendedores ambulantes están prohibidos y son combatidos, aunque siempre hay quienes se las ingenian. Los grandes negocios hasta piden amparos judiciales para evitar que se coloquen en sus veredas. Otros les proveen chalecos para que les hagan publicidad en portugués.
Los precios están en dólares y reales, aunque también siempre se tiene el equivalente en guaraníes.
Salvo la Avda. Paraguay (Principal arteria comercial), la mayor parte de las calles son un albañal de tierra colorada. La gran incógnita es qué pasaría de Salto del Guairá, sin el boom comercial. Buscar alternativas en el turismo es la consigna.
pgomez@abc.com.py / abenitez@abc.com.py / rduarte@abc.com.py