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“El Gobierno debe entrar a asegurar que los productores tengan una renta y vivan de algo”, opinó Garay.
Añadió que hoy se mezclan los paradigmas del neoliberalismo, se escucha por ejemplo que se debería dejar que el Mercado regule los precios de los rubros campesinos. “¿Entonces quién podrá salvar al pobre agricultor?, ¿quién le garantiza que lo que él planta tendrá precio?, es lo que está pasando con la chía, fue un boom, todo el mundo se puso a plantar y hoy nadie compra, por el poco precio”, remarcó.
En ese sentido, propuso que de alguna manera el Estado debería tener un poco de intervención en el precio por el tipo de mercado que tenemos, en algunos casos oligopolio, o monopolios de hecho que hubo siempre, y por eso el Estado podría fungir de árbitro.
“Yo no sé si a esta altura se podrá resucitar al algodón al nivel de lo que fue antes, pero los beneficios que inyectó el algodón a la economía nacional la gente no se olvida”, indicó.
Contrapuso que el dilema es cómo poder recomponer esa maquinaria muerta por culpa de todos los actores, públicos y privados.
Recordó que el tema del transgénico en el algodón no se sinceró en su momento y se persiguió. “El Estado debería tener más intervención, pragmática, no decir pobrecito el campesino, porque cada vez más gente abandona la zona rural y llega a las zonas urbanas. Es un problema grave, se está sintiendo en el campo”, señaló.
Estimó que a nivel mundial, la cantidad de unidades de la pequeña agricultura familiar sigue siendo el 35%. En Paraguay lo que está ocurriendo es que el tamaño de las fincas se está reduciendo, hay un proceso de minifundización. “Si se comparan los dos últimos censos agropecuarios nacionales, de 1991 contra 2008, salta claramente que el área donde está asentada la agricultura familiar campesina está disminuyendo, pero la cantidad de unidades productivas de menor tamaño pasó de 80% en el 91 al 84% en el 2008, y esa tendencia continua”, apuntó.
Recordó que el algodón, en sus buenos tiempo abarcó unas 540.000 hectáreas, en 1991, nada ocupó su lugar; el sésamo hoy solo cubriría unas 70.000 hectáreas.