Pilcomayo convirtió a Pedro P. Peña en poblado “tragado” por el bosque

MAYOR GARDEL, Boquerón. Pedro P. Peña desapareció de la faz de la tierra: el Pilcomayo lo convirtió en un poblado de donde hasta los fantasmas huyeron. El río arrasó con la ciudad y las calles terminaron invadidas por el monte. Cada verano, la riada del Pilcomayo corta por completo los accesos de un poblado que ya no existe.

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Pedro P. Peña solo existe en los mapas: desapareció hace unos siete años, cuando el Pilcomayo desbordó la barranca del río y terminó por cortar en dos el poblado.

A partir de ese momento, el Pilcomayo comenzó a ingresar con cada crecida, a través de cañadas que empezaron a abrirse en la ribera.

En la orilla, que se extiende a lo largo del poblado, se instalaron muchos muros defensivos; cada riada acercaba cada vez más el caudal al poblado.

Al final, el Pilcomayo rompió la ribera y terminó por rodear con sus aguas a Pedro P. Peña. La misión católica San Agustín fue la primera en mudarse, se tras- ladó a unos 8 kilómetros al norte y allí quedaron.

La base naval y algunas familias civiles quedaron. El señor “Berna” Figueredo, propietario de una pequeña tienda, aguantó un par de años.

La casa de don Berna terminó por derrumbarse. Hoy apenas quedan los horcones; lo que fue su muralla terminó casi totalmente cubierta por la colmatación.

Una a una fueron cayendo las casas, del juzgado de paz quedan algunos trozos de paredes, con el monte dentro de ellas.

Recorrer las antiguas viviendas puede ser peligroso, dado que es frecuente encontrar serpientes refugiadas al abrigo de los ladrillos.

El nombre de un

Presidente

Pedro P. Peña fue capital del departamento de Boquerón. En 1992, el departamento de Nueva Asunción se unió con Boquerón y la capital departamental fue tras- ladada a Filadelfia, donde tiene su sede actualmente.

El doctor Pedro Pablo Peña fue presidente provisional de nuestro país entre el 28 de febrero y el 22 de marzo de 1912; su efímero gobierno transcurrió en medio de una convulsionada situación política, en el marco de la revolución de 1911-1912.

Luis Verón, nuestro compañero de tareas, mencionó en su libro “Los presidentes del Paraguay” que el doctor Peña “no realizó obras de importancia, pero que en años anteriores y después de ocupar la primera magistratura sirvió a la República en importantes funciones, demostrando en cada circunstancia un acendrado patriotismo”.

Como capital departamental fue sede de la Delegación de Gobierno, de instituciones públicas diversas y de una base de la Armada Paraguaya.

Un lugar extraordinario

La población civil e indígena daban vida a un sitio de extraordinaria belleza: Pedro P. Peña era asiduamente visitada por el dictador Alfredo Stroessner, a quien agradaba pescar en el río Pilcomayo.

Antes del ingreso del Pilcomayo, Pedro P. Peña tenía tal cantidad de madrigueras de vizcachas (liebres) que en la noche era imposible cruzar la pista de aviación.

Había que esperar que la larga fila de vizcachas (Lagostomus maximus) permitieran seguir camino porque no había forma de andar.

La ciudad de Pedro P. Peña fue un lugar extraordinario, por el vigor de la naturaleza y la generosidad del Pilcomayo. El río terminó arrastrando todo a su paso y hoy no queda nada. Ahora la Armada pretende el absurdo de instalar allí un destacamento.

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