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En su intento por crecer como operadora de telefonía móvil en El Salvador, Claro, propiedad de mexicano Carlos Slim, solicitó al gobierno permiso para adquirir a telefónica Digicel.
Tras realizar una análisis técnico, jurídico y económico el consejo directivo de la Superintendencia de Competencia, rechazó la solicitud porque “consideró que la operación de concentración propuesta tiene altas probabilidades de generar efectos adversos sobre la dinámica de la competencia y el bienestar de los consumidores en los mercados de telefonía fija y móvil”, señalan publicaciones periodísticas de ese país centroamericano.
La entidad explicó que denegó la adquisición porque el espectro radioeléctrico se habría concentrado en una empresa, ya que más de la mitad de ello habría quedado en manos de Claro, lo que habría fomentado operaciones estratégicas discriminatorias en detrimento del resto de competidores (principalmente los más pequeños), pudiendo, además, bloquear la entrada de nuevas empresas, la salida de las existentes o limitar su crecimiento a nivel nacional. También indicó en su resolución que esta compra generaría barreras “de carácter legal, económico, estratégico y técnicas” para el ingreso de nuevas empresas telefónicas y una concentración que le daría prácticamente a Claro superioridad respecto a las otras empresas del sector”.
Tigo-Cablevisión
En nuestro país, muy al contrario, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) permitió que la mayor empresa de telefonía celular del país, Tigo, transfiera todas las licencias del espectro electromagnético Cablevisión Comunicaciones (CVC), que incluye una banda de 50 megahertz en la frecuencia 2600 MHz. Le permitirá ofrecer servicio 4G, la última generación tecnológica.