Los buitres se dan un festín debido a los errores cometidos en el Pilcomayo

Llegar a la laguna Agropil es encontrar un paisaje dantesco: centenares de animales silvestres muertos. Los restos de yacaré están esparcidos por cualquier parte, mientras manadas de carpinchos chapotean en el barro. Este es el sitio donde funcionarios del MOPC, la Comisión del Pilcomayo y la Seam no quisieron llegar hace un par de semanas.

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ESTANCIA AGROPIL, Boquerón (Roque González Vera, enviado especial).El establecimiento ganadero Agropil se encuentra a unos 680 kilómetros de Asunción, al noroeste del departamento de Boquerón. La estancia se encuentra situada en la ribera de la cañada La Madrid.

En el sitio existe una gigantesca laguna que lleva el nombre del establecimiento. Los antiguos pobladores del lugar no recuerdan que se haya secado alguna vez, ni siquiera en momentos de sequía extrema.

La laguna Agropil se convirtió en la principal reserva de agua de pequeños ganaderos, de aquellos que en momentos de crisis no pueden pensar en inversiones millonarias, como sería la construcción de pozos y la extensión de caños para conducir el agua donde los animales puedan beber.

Hoy día la laguna está completamente seca: no hay una gota de agua en un sitio donde nunca había faltado.

La imagen que se observa en este momento no puede ser peor: centenares de animales silvestres muertos por falta de agua y alimentos.

Los yacarés que allí buscaron refugio están muertos. En medio de innumerables restos putrefactos, encontramos dos que todavía respiraban. Estaban atrapados en el barro, sin fuerzas para moverse, y la muerte de ambos era inevitable. Al momento de escribir estas líneas es seguro que ya dejaron de existir.

Para llegar a la laguna se debe atravesar una suerte de barrera de miles de árboles secos. El ambiente es absolutamente fantasmal. Luego queda un espacio libre de unos 500 metros. El suelo está cuarteado, seco. El cielo, poblado de buitres. Se acercan a la laguna desde todos los puntos.

Solo hay barro en el sitio

En el lugar donde el agua se concentró por mayor tiempo solo queda barro. El aire es irrespirable y el paisaje que se tiene enfrente es dantesco: centenares de animales silvestres muertos, algunas decenas de carpinchos chapoteando en el barro y los buitres caminando en medio de los cuerpos dándose un festín.

Los carpinchos se mueven en grupo, caminan en forma lenta, pesada. Se tiene la impresión de que buscan protegerse de las aves carroñeras que reinan en el lugar. Las crías están pegadas a sus padres y aquellas que se separan quedan atrapadas en el fango donde ya solo pueden esperar la muerte. Los buitres y caranchos tienen suficiente con los yacarés que han muerto, luego tendrán tiempo para los carpinchos. Unos días más y estos pacíficos animales correrán la misma suerte que los reptiles.

Construyeron tajamar, pero está aún sin agua

Según informaciones recogidas en el lugar, el Ministerio de Obras Públicas contrató una empresa para construir un tajamar, en procura de ayudar a los pequeños productores de ganado de la zona de Agropil. En la mañana del sábado concluyó la construcción del reservorio.

El problema es que no se instaló la bomba ni el generador para extraer agua de un pozo. Tampoco se tienen los caños que permitan llevar el agua hasta el tajamar.

Está el tajamar pero no sirve de nada: no hay agua. Es un reservorio vacío, sin una gota de agua al igual que la laguna.

A la muerte de animales silvestres se suma la mortandad de ganado: los restos de más de 100 cabezas de ganado están esparcidas en el campo.

La crisis actual es resultado del fracaso del Ministerio de Obras Publicas y la Comisión Nacional del Pilcomayo en recuperar las aguas del Pilcomayo.

No quisieron llegar aquí

Un par de semanas atrás, funcionarios del MOPC, la Comisión Nacional del Pilcomayo y la Secretaría del Ambiente llegaron a la estancia Agropil para reunirse con pobladores de la zona. Fueron invitados a conocer la laguna, pero alegaron que “no tenían tiempo”. Pasaron 15 días y las promesas de volver no se cumplieron. Hablaron de trabajar en forma coordinada con la gente y aprovechar el conocimiento empírico que tienen sobre el comportamiento del Pilcomayo, pero todo quedó en el palabrerío.

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