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Como antesala del abandono en que se encuentra el tercer piso de la terminal aérea, las escaleras mecánicas que conectan con él no funcionan. Prácticamente todo el piso está desocupado; solo funcionan en él un pequeño comedor para los funcionarios y una oficina de DHL. El resto del piso está en desuso.
El estado en que se ve el techo da cuenta de que no se le realizan la limpieza y mantenimiento debidos desde hace bastante tiempo; la cantidad de humedad y hasta plumas de aves lo evidencian. Pareciera ser que al aeropuerto lo están dejando deteriorarse a propósito.
En comunicación con ABC, el administrador de la terminal, Rubén Aguilar, dijo que en ese piso estaba previsto construir oficinas, pero “el tema se suspendió con el asunto de la APP”.
“Estaba previsto hacer oficinas ahí (en el tercer piso), pero como representa una inversión importante y ahora estamos abocados a la APP, eso quedó sin efecto”, declaró.
Dijo que, no obstante, está previsto reparar las escaleras mecánicas porque provisoriamente funciona arriba el comedor de los trabajadores del aeropuerto.
Recordemos que, con el pretexto de que el aeropuerto es pequeño y está obsoleto, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) llamó a licitación y actualmente estudia las ofertas presentadas por dos grupos de empresas para construir una nueva terminal y mejorar la pista de aterrizaje.
Supuestamente la inversión que hay que hacer es de 150 millones de dólares, a cambio de lo cual quieren entregar la administración plena del aeropuerto durante 30 años en el marco de un contrato de alianza público privada (APP).
Como casi seguro ganador aparece Sacyr, que para esta APP está consorciada con la chilena Agunsa. Sacyr, que ofrece un canon correspondiente al pago del 32,06% de los ingresos de la terminal, tiene antecedentes de trámites judiciales por incumplimiento contractual en otros países, entre ellos España y Panamá. Estos antecedentes, según la ley de APP, deberían dejarle fuera.