Cargando...
En cuanto al maíz, informó que la producción de los aché fue de unas 184 toneladas en 18 hectáreas, arrojando un rendimiento récord de 10,2 toneladas por hectárea, más del doble de la productividad media nacional del rubro, que en 2011 fue cerca de 4,2 toneladas por hectárea.
Shuster estimó en forma preliminar que el ingreso bruto de los aché con la comercialización de la soja y el maíz en la presente campaña fue aproximadamente US$ 417.200, y restando los costos de producción dejaría una ganancia cercana a los US$ 277.000.
Comentó que la buena cosecha de este año permitirá saldar la deuda de unos US$ 90.000, que había dejado la mala zafra del año anterior.
Maíz zafriña: 23 Ha.
En otro orden de cosas, Shuster informó que tras la cosecha de soja sembraron maíz zafriña en una extensión de 23 hectáreas, y un área de cultivo de soja para semilla. Igualmente, está proyectada la siembra del trigo en el periodo otoño invierno.
Ejemplo de integración
La comunidad aché es un ejemplo de integración de indígenas con productores brasiguayos que le rodean.
Los indígenas demuestran una sorprendente capacidad de adaptación al uso de la tecnología agrícola.
Se trata de un proceso que lleva cerca de 37 años de cristiana dedicación de toda la familia del pastor Bjarne Fostervold, de nacionalidad norteamericana.
La comunidad indígena de los aché, compuesta por cerca de 170 personas, está establecida en un predio de 850 hectáreas donde desarrollan la agricultura en unas 300 hectáreas, 270 con agricultura mecanizada (soja, maíz, trigo) y 70 hectáreas con agricultura de autosustento. Igualmente, impulsan la cría de cerdos, lechería, avicultura, piscicultura, apicultura, horticultura. A su vez, en cerca de 500 hectáreas de sus bosques desarrollan su vida silvícola, con las correspondientes periódicas incursiones educativas con los niños, para que la comunidad de nativos se fortalezca en su cultura ancestral.
La historia
Por su parte, el pastor Bjarne Fostervold relató que la historia de la citada comunidad aché se remonta a 1971, cuando todavía eran silvícolas.
Dijo que él tenía apenas 12 años cuando se internó con su padre en el bosque de esa zona para contactar con los aché, tras recibir informaciones de los madereros de su existencia.
Sintetizó que, tras siete contactos dentro del monte, en varios años, les convencieron a salir a la civilización, y que posteriormente aprendieron las técnicas de producción agrícola campesina con el yvyra akua, luego con la matraca; posteriormente con arados de tracción animal, hasta llegar a la siembra directa y los cultivos altamente tecnificados; y hoy obtienen récord de producción con transgénicos.
Como anécdota se puede mencionar que una de las máximas que rige la vida de los aché de Puerto Barra, dice así: “El que no trabaja, no come”.
Eran silvícolas
A finales de 1976, el grupo completo de 28 silvícolas aché, de la zona de confluencia del río Ñacunday, luego de siete años de contactos, salieron desnudos y armados con arcos y flechas. Hoy son más de 160 los integrantes, algunos de sus jóvenes hablan inglés, manejan computadoras, etc. Se logró convencer a los aché para que salieran del monte y llevasen un modo sedentario de vida, dijo Bjarne Foltervold.