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En ediciones anteriores publicábamos que obran en Registros Públicos los antecedentes de una denuncia realizada en 1988 sobre falsificación de títulos, relacionada a la Finca N° 19928 del Chaco, con Padrón N° 3674 (hoy Matrícula Q05-38 de Filadelfia, Boquerón; antes Q01-81 de Mariscal Estigarribia). Actualmente la finca está a nombre de la empresa de Horacio Cartes.
También mencionábamos que Catastro, en el marco de un proceso judicial sobre las mismas tierras, había explicado en el año 2008 cómo se originó el registro de las mismas.
La propiedad en realidad se anotó originalmente como si fuera un lote urbano del distrito de Villa Hayes, en el departamento del mismo nombre. De forma totalmente irregular utilizaron ese padrón para crear nuevas identificaciones y trasladar ficticiamente el inmueble hasta la zona rural de Filadelfia (a más de 400 kilómetros de distancia). Por ese motivo, la institución había cancelado ya en el año 2003 el padrón de origen.
Además de estos entes, el propio Indert informó el año pasado, también en el marco de un juicio sobre las tierras, que estas no proceden de ningún título otorgado por el instituto agrario. La respuesta aclara con más detalles la situación de las 35.000 hectáreas explotadas por la empresa de Cartes o, mejor dicho, embarra aún más al Presidente de la República (ver facsimilar).
La historia completa
De acuerdo con los datos que hoy obran en la Dirección Nacional de Registros Públicos, las tierras se registraron originalmente como si fueran una propiedad adquirida del ente rural en el año 1953, que entonces se llamaba Instituto de Reforma Agraria (IRA). El supuesto comprador se llamaba Aurelio Fernández, según los antecedentes dominiales de la Finca N° 19928, pero no se mencionan su número de cédula y tampoco otros datos personales para saber si esta persona realmente existió.
Inicialmente se habían registrado un total de 37.671 hectáreas, pero con las sucesivas transferencias se fueron perdiendo partes de esa extensión. Así, supuestamente en enero de 1999 (46 años más tarde), se realiza la primera reventa del inmueble, pero solo de 37.000 hectáreas, a un tal Albino Alfredo Romero (CI N° 473.501), que según los datos se desempeñaba como guardia de seguridad. Nos fue imposible contactar con esta persona, pues no aparece su número de teléfono en los registros. Lo llamativo es que la venta no la realiza Aurelio Fernández (el supuesto propietario original) sino que lo hace un apoderado, de nombre Miguel Ángel Valiente Monges, que trabajó en el Instituto de Bienestar Rural (IBR), hoy Indert. Lo hizo a un precio de G. 400 millones. De acuerdo a datos proveídos extraoficialmente por funcionarios del ente, Valiente era funcionario de la Gerencia de Ingeniería Rural y falleció hace más de una década.
Extrañamente, dos meses después de esa transacción, en marzo de 1999, Romero revendió las tierras a Ramón Silvano Oviedo Cardozo (CI N° 424.913). Esta persona es de Luque y supuestamente pagó el mismo precio, G. 400 millones. Cabe preguntarnos, ¿quién compra un bien para revenderlo poco tiempo después por el mismo valor?
Al año siguiente, en noviembre de 2000, se registró una nueva transacción de la propiedad; Oviedo Cardozo la vendió a Fernando Ramón González Karjallo, sobrino del senador colorado Óscar González Daher. Finalmente fue González Karjallo quien realizó la transferencia al Grupo Cartes. El sobrino del senador no quiso hablar con ABC Color.
Todo queda en familia
Como si la intención fuese perder los antecedentes espurios de las tierras chaqueñas, dentro del Grupo Cartes se realizaron transferencias entre tres empresas. Primero, González Karjallo vendió la propiedad a la firma Cattle Trading Corporation (CTC), presidida por Sarah Cartes. La transferencia fue en 2005. Luego, CTC traspasó el inmueble a la empresa Consignataria de Ganado SA (CGSA), cuyo presidente es Horacio Cartes, también en 2005. Pero en 2007 se realiza una mensura y CGSA la registra de nuevo. Finalmente, CGSA vende en 2008 las tierras en cuestión a Ganadera Chajhá (también de Horacio Cartes). Ningún representante de estas firmas accedió a hablar con este diario.
gbenitez@abc.com.py