En barco, tren y a pie, de Australia al Paraguay movidos por un sueño

Hace exactamente 113 años, el 16 de julio de 1893, partía del puerto de Sydney el "Royal Tar", un sólido barco de madera recién reacondicionado de 598 toneladas, con 220 australianos a bordo. William Lane, líder del grupo, aseguraba que miles más los seguirían. Unos 250 zarparon poco después con el mismo destino. Venían al Paraguay a fundar "un paraíso socialista".

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Una reciente visita a Australia por otros motivos me dio la oportunidad de averiguar un poco más sobre esta extraordinaria historia, bastante poco conocida en ambos países.

En Australia se han publicado al menos dos libros referidos específicamente al tema, uno de ellos en los años sesenta escrito por Gavin Souter: A Peculiar People: The Australians in Paraguay ("Un pueblo peculiar: los australianos en Paraguay"), y otro más reciente (1997), por Anne Whitehead: Paradise Mislaid: In Search of the Australian Tribe in Paraguay ("Paraíso perdido: en búsqueda de la tribu australiana en Paraguay"), premiado con el New South Wales Premier’s Australian History Award.

Varios otros se han publicado sobre las experiencias de Mary Gilmore, la más ilustre de aquellos aventureros, uno de ellos escrito por la misma autora Anne Whitehead: Bluestocking in Patagonia: Mary Gilmore’s Quest for Love and Utopia at the World’s End (2003). Pero Dame Mary Gilmore, una de las más grandes escritoras australianas, merece un capítulo aparte, por lo que le dedicaremos una nota exclusivamente a ella.

También nos enteramos de que la cadena SBS (Special Broadcasting Service, la poderosa organización australiana de televisión y radio públicas) está preparando un documental que todavía no ha salido al aire, y que todo estaba preparado para realizar una película (Australia tiene un cine de muy buen nivel), pero el proyecto se frustró por el fallecimiento del productor y financista.

En el Paraguay se menciona el hecho en algunos artículos y otras fuentes dispersas, pero lo único publicado sobre el caso en particular, que sepamos, es un pequeño folleto de ocho páginas escrito por el sacerdote irlandés Santiago Feehan: "Breve historia del comienzo del distrito de Nueva Londres" (2002).

DETRAS DE UNA UTOPIA

El líder que mencionábamos, William Lane, era un periodista inglés de 30 años de aspecto opaco, calvo, rengo, corto de vista, pero dotado de una irresistible elocuencia, capaz de insuflar encendidas pasiones en la clase trabajadora.

Con seguridad influenciado por el socialismo utópico de Robert Owen, muy en boga en la época, Lane hacía tiempo venía concibiendo la creación de un edén comunitario en algún lejano confín del planeta.

La ocasión de llevar su idea a la práctica se le presentó en 1891 luego de la cruenta represión -que, en realidad, al parecer, no pasó de unos cuantos garrotazos- de una huelga de 10.000 esquiladores de ovejas en el estado de Queensland, al noreste de Australia.

A través de sus columnas y editoriales en el Queensland Worker, Lane llamaba a las masas a construir una sociedad igualitaria lejos de allí, en algún lugar de Sudamérica, que serviría de ejemplo e inspiración para los obreros del mundo y de donde algún día emergería "un disciplinado ejército para liderar a los trabajadores hacia el socialismo".

Lane no se quedó en las meras palabras. Como lo demostraría en los años siguientes, en la obsesión radicaba lo mejor y lo peor de su extraño carácter. Con un comité de dirigentes sindicales e intelectuales de izquierda fundó la New Australia Cooperative Association y envió tres emisarios a América Latina, Alfred Walker, Charles Leck y William Saunders, para buscar un lugar donde asentar su comunidad.

EL PARAGUAY

En esos tiempos el Paraguay comenzaba lentamente a levantar cabeza luego de la devastación de la Guerra Grande. Desde mediados de la década de 1880 se venía concretando la venta de grandes extensiones de tierras públicas; en 1889 Carlos Casado había instalado en el Alto Paraguay la primera fábrica de extracción de tanino en Sudamérica, también en 1889 la vía del ferrocarril llegó mediante inversiones privadas hasta Villarrica, y en 1891 hasta el Pirapó, y se había puesto en vigor una activa política de atracción de inmigrantes a partir de la ley de inmigración de 1881, una de las más liberales de las que se tengan noticia.

El Estado paraguayo ofrecía a los inmigrantes tierras gratuitas, implementos agrícolas, ayuda y protección para los primeros asentamientos, liberación de impuestos, exención de diversas obligaciones ciudadanas (luego no cumplía gran cosa, pero esa es otra historia). Fue en virtud de esa ley, por ejemplo, que vinieron los alemanes que fundaron San Bernardino en 1881.

Los emisarios de William Lane tomaron contacto con el gobierno del presidente Juan Gualberto González y firmaron un contrato el 4 de marzo de 1893, en el cual la Asociación Cooperativa Nueva Australia se comprometía a traer un mínimo de 1.200 inmigrantes y el Paraguay a proporcionarles, entre otras cosas, 100 leguas cuadradas de tierra, alrededor de 230.000 hectáreas según la extensión de la legua que se utilizaba entonces en el país.

Al final vinieron unos 500 australianos en total, en dos grupos principales. El segundo contingente salió del puerto de Adelaide el 31 de diciembre de ese mismo año 1893. Pero pronto surgieron problemas entre los mismos colonos y el emprendimiento no prosperó. Muchos regresaron tiempo después sin ver realizados sus sueños, otros echaron raíces y con sus descendientes forman parte de la comunidad e historia paraguayas.

Así tuvieron origen lo que hoy es el distrito de Nueva Londres y la colonia Nueva Australia, en el departamento de Caaguazú, y también la colonia Cosme, en el departamento de Caazapá.

Mañana: La gran Mary Gilmore.

arivarola@abc.com.py



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