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El economista jefe del BBVA Perú, Hugo Perea, relató en una entrevista con nuestro diario las experiencias del país andino en el proceso de recuperación de su economía de la inestabilidad hasta convertirse hoy en una de las más dinámicas y estables de Sudamérica.
Perea añadió que Perú enfrentó épocas muy duras, de mucha inestabilidad en la década de los 80, que castigó a la población con periodos de hiperinflación, con un índice de pobreza que superaba el 59%.
Agregó que para salir de esa situación el gobierno entendió que era necesario introducir reformas profundas en la economía, tanto monetaria como fiscal para revertir la situación.
En la década de los 90 empezaron esas reformas, y luego de 10 años de disciplina fiscal y estabilidad macro, la economía empezó a dar frutos.
Desde el 2002 al 2012, Perú mantiene un crecimiento económico promedio de 6,5%, destacándose como una de las más dinámicas en América Latina en la última década.
Si bien este año el PIB bajaría, se situaría en 5,7%, alcanzando los US$ 200.000 millones. De tener una inflación de 7.550% en 1990, en la última década el promedio de inflación es 2,5%.
El profesional afirmó que este éxito económico tuvo su impacto en la población, ya que en 10 años el número de pobladores en situación de pobreza se redujo a la mitad.
Datos oficiales del gobierno muestran que el 59% de los peruanos vivían bajo la línea de pobreza en 2004, mientras que el año pasado este índice bajó al 26%, o sea, millones de peruanos subieron a la clase media, que ahora constituye la mitad de la población, es decir, 15 millones aproximadamente.
Perú es actualmente el tercer productor mundial de cobre y plata, sexto en producción de oro y segundo productor de espárragos del mundo.
El economista Hugo Perea resaltó que la estabilidad macroeconómica fue un pilar muy importante en este éxito. “Tener baja inflación y cuentas fiscales saludables reducen incertidumbres. En un contexto en que la incertidumbre es menor, la inversión privada se vuelve dinámica”, afirmó.
Mandato constitucional
Contar con un mandato constitucional que garantice la estabilidad de precios fue un tema fundamental que ayudó al Banco Central en las metas de inflación, que están fijadas en 1% y 3%.
La Constitución peruana prohíbe, además, al Banco Central dar créditos al gobierno. Eso ayudó al objetivo de una baja inflación y asegurar un buen manejo monetario, evitando que el exceso de dinero genere inflación.
En cuanto a las reformas fiscales que ayudaron a gestionar este éxito, mencionó la introducción de una “ley de responsabilidad y transparencia fiscal”, que rige en Perú desde el 2006.
Esta ley, muy parecida a la que hoy estudia el Poder Legislativo de nuestro país, estableció límites al gobierno peruano en el manejo fiscal, de tal modo que el déficit no sea mayor al 1% del producto interno bruto (PIB), mientras que los periodos en que se generen excedentes, estos se depositen en una cuenta intangible en el Banco Central, que aumenten las reservas del país.