Dicho en el sentido estrictamente futbolístico, lo sugestivo del título se refiere a lo realizado tanto por Capiatá y Trinidense, en el partido que ocupó solitariamente la tarde sabatina en la ciudad escobera, por la séptima ronda del Clausura.
Hubo fútbol de toques en ambos bandos, pero les costó profundizar, ser precisos en los momentos en que las jugadas generadas deben ser capitalizadas para meter la pelota en el arco contrario.
El primer tiempo tuvo menos intensidad que el segundo, lo que algunos justificaron con el argumento del calor, lo cual no compartimos en absoluto, porque se supone que los atletasprofesionales deben estar preparados para la práctica de su deporte incluso en condiciones climáticas adversas, cosa que no se tuvo en la hermosa tarde del sábado, que se prestó generosamente para el fútbol.
Solo la escasa cantidad de público asistente le restó marco al espectáculo, aunque eso es una constante en el campeonato paraguayo y tiene su origen en el aspecto dirigencial, organizativo de la competencia. Obviamente el negocio no está en la asistencia de gente a los estadios, sino en la televisación de los partidos, que es a lo que apunta cada una de las fechas programadas por el campeonato.
Trinidense fue mejor en un primer tiempo opaco del cuadro local. De una jugada entre Santacruz y Schwarzman, quedó solo Salinas frente al arquero Medina, colocó la pelota en una esquina y la misma dio en el palo izquierdo, en una acción quemante que pudo haberle dado el gol a Trinidense en la primera fracción.
El segundo tiempo empezó con la misma temática, pero Capiatá se mostró más agresivo. Lamentablemente para los locales, a los 6’ de esa etapa, el juvenil volante, Denis Meza, fue expulsado con roja directa por entrar con “plancha” contra Schwarzman, aunque no le llegó a impactar. La polémica se instaló en una acción de Jorge González en el área capiateña, quien ante el cruce de Néstor González, se arrojó buscando la sanción del penal, que no llegó.