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Un visionario dirigente de Sol de América, el Dr. Antolín Yegros, descubrió en ese pueblo dos joyas: Vicente Bobadilla y Anastacio Jara. Zaguero central el primero, delantero el segundo. Ambos predestinados a la fama y a la gloria. Vicente se convirtió en baluarte de la defensa azul, hasta que en 1964 pasó a formar parte de la leyenda aurinegra y pronto se hizo figura, formando pareja con Sergio Rojas, otro gigante entre los “centrales” de la historia.
Bobadilla fue también figura fulgurante de la selección paraguaya. Impasable. Dicho por el mismo Pelé, que encontró en el férreo defensor paraguayo uno de los zagueros más difíciles de superar. En 1972 pasó a Olimpia, donde formó pareja con otro histórico, Idalino Monges, de regreso de Independiente de Buenos Aires, adonde había sido transferido el mismo año que Vicente llegó a Guaraní.
Sus mejores años fueron en Guaraní junto a Raimundo Aguilera, Juan Martínez, Sergio Rojas, Ricardo Tavarelli, Fernando Sosa, Luis Ivaldi, Alcides Sosa, Aurelio Martínez, Apolinar Paniagua, Arsenio Valdez, Vidal Maciel y Víctor Juárez, Felipe Ocampos, Genaro García, Fabián Muñoz, Ramón Martínez y algunos más.
Debutó en la Selección Nacional en 1960 contra Argentina, por la Copa del Atlántico y se despidió en Asunción, en 1971, partido amistoso contra Perú. Jugó las eliminatorias de los mundiales del 66 y del 70, la Copa América de 1963 y de 1967. Totalizó 43 partidos con la Albirroja número 3, de los cuales 14 amistosos, 8 por la Copa América, 9 por las eliminatorias y los demás por trofeos como Copa del Atlántico, Copa Oswaldo Cruz, Paz del Chaco y Chevallier Boutell.
Le sobreviven su esposa, Hortensia Almirón; sus hijos: María, Guillermo, Pastor, Gladys Zunilda, y sus nietos: Johanna, David, José Antonio; Guillermo (Jr); Jenny Marlene, Víctor Hugo, Sandra, Angela, Óscar Vicente, Richard y Paola. Pero en realidad todo el fútbol llora con su familia su partida eterna. Fue un grande al que, sin embargo, nunca se le tributó el homenaje que se merecía en vida.