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El seleccionado brasileño tuvo sed de venganza por aquella derrota (7-8) que le infligió el equipo paraguayo en la fase regular del torneo, y entró decidido a llevarse todo por delante en el encuentro final y lo consiguió con clase.
El quinteto verdeamarillo volvió a ser el monstruo del fútbol playa, al que tiene acostumbrado a sus “torcedores”. Los dirigidos por Alexandre Soares hicieron añicos de las esperanzas paraguayas en el compromiso de ayer.
Los jugadores brasileños se pasearon en la cancha y al cabo del primer tiempo ya triunfaban por 4 a 0 ante el desconcierto total de los albirrojos, que ni siquiera estaban bien parados en la arena.
El “baile” brasileño siguió en el segundo tiempo, lapso en el cual se llevó otro 6-0 a su favor, sin que nuestra selección pueda reaccionar y ya los jugadores sintiendo los rigores del tremendo esfuerzo físico que realizaron en los cinco partidos de la fase previa que disputaron.
En la etapa final hubo un leve repunte de los Pynandi paraguayos, pero ya era tarde. El tercer tiempo concluyó 2-2.
El mejor jugador del torneo fue el brasileño Datinha, mientras su compañero Bruno Xavier fue el goleador con 10 anotaciones (el paraguayo Juan López fue segundo con 9, al igual que el uruguayo Ricardo Martínez) y mejor portero, el chileno Orlando Echeverría.
¿Final comercial?
Todo apunta a que la final de ayer entre Brasil y Paraguay en la Copa Sudamericana de fútbol playa, disputada en la ciudad de Recife, estado de Pernambuco, fue netamente comercial, especialmente para la TV.
El torneo era oficial de la Conmebol, con la supervisión de la BSWW (Beach Soccer Worldwide), y el reglamento establecía un juego final, entre el 1 y 2 de la fase regular.
Paraguay apareció ayer con una publicidad en la casaca, por imposición de la organización, y era evidente que estaba comercializado. La APF recibió beneficio económico.