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“Cuando me tocó cursar la carrera de Ingeniería en la entonces Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas en nuestro país, no estudiábamos formalmente los trabajos de Einstein. Por eso, al regresar al Paraguay luego de mi doctorado, comencé a dictar clases “fuera de programa” sobre la Teoría Especial de la Relatividad, como parte del curso de Física 2, en ingeniería”, comentó.
Luego el científico logró incluir formalmente en el programa de estudios la Teoría Especial de la Relatividad en Física 3, que sigue formando parte del programa en la Facultad de Ingeniería.
Barán, también miembro de la comunidad judía en Paraguay, resaltó que Einstein, como judío, fue perseguido en la Alemania nazi y tuvo que migrar a los Estados Unidos, donde la Universidad de Princeton le dio el albergue que necesitaba para salvar su vida de las persecuciones antisemitas de la Segunda Guerra Mundial.
“Como humanista y sionista, dictó conferencias sobre los peligros de la bomba atómica y hasta recibió el ofrecimiento de ser el primer presidente del Estado de Israel al momento de su reconocimiento por las Naciones Unidas, en 1947, honor que declinó diciendo que ‘la política es para el momento, las ecuaciones para la eternidad’”, aseguró.
Agregó que el gran físico fue uno de los visionarios fundadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén inaugurada en 1925. “Sin lugar a dudas, Albert Einstein es un paradigmático ejemplo para la comunidad judía y el Estado de Israel”, añadió.
Desafió a Newton
Barán recordó que por siglos las Leyes de Newton ayudaron al desarrollo de las ciencias en general y las ingenierías en particular con avances tecnológicos cada vez más impresionantes hasta que, en 1905, un joven licenciado en Física de solo 25 años que trabajaba en la oficina de patentes de Berna, Suiza, se animó a desafiar las ideas largamente consagradas de Isaac Newton, y corregir lo que parecía una ley irrefutable como amplia verificación experimental.
“Ese joven genio, Albert Einstein, inicia así casi sin saberlo una revolución científica que afectó profundamente los cimientos de la física, la cosmología y la ingeniería, con repercusiones en otras áreas como la química”, señaló.
Para Barán, estudiar la Teoría de la Relatividad si un adecuado formalismo matemático nos lleva a un mundo mágico, casi de ciencia a ficción, donde ocurren fenómenos extraños para nuestra cotidianeidad, como los hermanos gemelos de edades considerablemente diferentes (Paradoja de los Gemelos), un metro que se acorta (Contracción de la Longitud), la relatividad de los marcos de referencia, la discusión sobre lo que realmente significa simultaneidad o la curvatura del espacio- tiempo.
“Creo que el mejor ‘idioma’ para explicar la Teoría de la Relatividad es la matemática, que no es compleja para la Teoría Especial de la Relatividad, y de hecho lo enseñaba a mis alumnos de segundo año de la Facultad de Ingeniería de la UNA. No hay que tener miedo de las matemáticas, ¡pueden ser un idioma fascinante para expresar ideas!”, sostuvo.
Varios aportes
Según el científico, hoy jubilado, los aportes de Einstein no se limitan a la Relatividad General. Por ejemplo, predijo la emisión estimulada de la radiación que hoy nos permite construir un láser, e inició trabajos sobre los que se sigue trabajando como la Teoría del Todo. “Inclusive planteó paradojas fundamentales para el desarrollo de la Mecánica Cuántica, como la Paradoja EPR, por sus 3 autores Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen que hoy sirven de base fundamental para el desarrollo de los Computadores Cuánticos de las próximas décadas y los prometedores resultados experimentales que ya se tienen en teletransportación”, expresó.
Para el investigador, el aporte de Einstein es innegable, como lo fueron los aportes de Newton, aunque la ciencia crece sobre la espalda de colosos, perfeccionándose a cada paso, mejorando viejas teorías.
“Cada aporte de la ciencia es un avance importante, y lo aportado por Einstein es admirable, indiscutible. Sin embargo, nadie es imprescindible para la ciencia mientras exista una búsqueda sistemática del conocimiento, de la verdad, con capacidad de reconocer errores, de rectificar rumbos a la luz de nuevos descubrimientos, corrigiendo las teorías de los colosos como Newton y Einstein que nos precedieron”, concluyó el Premio Nacional de Ciencias.