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Hubo dos películas más con la firma de Spielberg y otras tantas que contribuyeron a instalar la “dinocultura”, junto con libros, fascículos, juguetes, documentales, etcétera. Hasta tuvimos la visita de un parque ambulante con figuras mecánicas de dinosaurios a escala real, muy similares a los animatronics del 93. Eran de goma sí, pero daban una buena idea de lo aterrorizantes que eran los dueños de la Tierra hace 65 millones de años.
Teniendo esta gran muralla para saltar, los creadores del “Mundo Jurásico” logran sorprendernos con una gran película, que se vale de la nostalgia de aquella producción del 93 y la tecnología cinematográfica actual.
La historia es prácticamente la misma. Nuevamente la ambición humana hace que los dinosaurios se desborden. En esta película, se han superado los problemas del pasado y “Mundo Jurásico” (el nuevo nombre del parque) es una realidad. El parque ya lleva varios años y el dueño quiere algo nuevo, que atraiga a un nuevo público y pide la creación de una especie creada en laboratorio: el feroz Indominus Rex, que logra escapar de su corral. Allí comienza una serie de persecuciones y destrucciones de dimensiones gigantescas. Por supuesto, hay un personaje aventurero a lo Indiana Jones (Chris Pratt); los niños (Ty Simpkins y Nick Robinson); la hermosa tía, estirada que oculta su lado aventurero (Bryce Dallas Howard) y los villanos ambiciosos.
Por último, las chicas deben tomar nota de qué están hechos los zapatos que usa la tía. Corre con ellos en medio de la selva, en el barro, entre maleza y piedras, y no se rompen. Sus tacos siguen tan firmes hasta en el final, en una corrida que es definitoria en el campeonato entre humanos y dinosaurios. Sin duda, el mayor logro alcanzado por la ciencia después de la regeneración de los dinosaurios.
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