Fogonazos de una existencia bohemia

Agustín Pío Barrios, tal vez el músico paraguayo más renombrado de la historia nacional, es el pretexto para llevar a la pantalla grande el ideal romántico del artista sufrido, que entrega la vida “por amor al arte”. Es lo que se propone la película dirigida por Luis R. Vera y producida por Leo Rubín. Una obra que se caracteriza por una buena fotografía y una correcta reconstrucción de época.

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Desde el principio, en la película se aclara que no es la biografía de Mangoré, sino que está inspirada en su vida. Luis R. Vera toma momentos de la historia de Agustín Barrios para contarnos una trayectoria incomprendida, llena de desilusiones y limitaciones. Así, el tono de la película es melancólico. Puede haber los aplausos y el reconocimiento de algunos, pero la felicidad no está presente en la vida de este Mangoré bohemio. El relato es una sucesión de flashes, casi sin tensiones. O, en todo caso, la tensión está asordinada permanentemente a lo largo de la historia que nos cuenta la película.

En esta sucesión de fogonazos, lo más recurrente es la relación que se da entre los hermanos Agustín y Francisco Martín (Joaquín Serrano) y la bailarina brasileña Gloria (Aparecida Petrowky). El filme insinúa un trío, pero sobresale la pareja entre Agustín y Gloria. Francisco queda relegado como el hermano menor a la sombra del talentoso guitarrista.

Damián Alcázar compone un Mangoré apesadumbrado en este filme de atmósfera onírica, en el que se cruzan los Agustín Barrios joven (Celso Franco) y niño. El pequeño corre a lo largo de la película, como buscando una paz difícil de alcanzar. En una escena, Alcázar interpreta a dos Mangoré enfrentados. Uno de ellos le reclama al otro las “obviedades de una vida miserable”. Prácticamente es como un metarreclamo de la película misma.

El reparto reúne a una gran cantidad de figuras conocidas de los medios, la farándula, el teatro y de nuestro incipiente cine. Un arco muy amplio que incluye desde la Kchorra hasta Ramón del Río, quien compone a Tornadú, un viejo sordo de San Juan que incentivó al Agustín joven.

La reconstrucción de época está bien lograda con un vestuario adecuado y escenarios montados en casonas antiguas. La interpretación de Berta Rojas de las obras de Mangoré es también uno de los puntos resaltantes de la película.

Algunos pueden reclamar que Mangoré nunca fue recibido en el Palacio de López u otros hechos que no ocurrieron y que aparecen en la película. Pero este filme es el primer intento, es un repaso a vuelo de pájaro de la vida del guitarrista, que no agota todas las posibilidades para contar la vida de un genio como fue Agustín Pío Barrios.

sferreira@abc.com.py

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