Desde Wimbledon en 1999 Mirjana no se situaba entre las cuatro mejores, las cuatro últimas en un Grand Slam. Aquella vez fue derrotada por la alemana Steffi Graf. Ahora, tras una hora y 48 minutos de lucha, se medirá en semis a Serena Williams, que se impuso a la británica Johana Konta.
Tras ganar el último punto ante Pliskova, finalista el pasado año en el Abierto de EE.UU. donde derrotó en la penúltima ronda a Serena, Lucic se santiguó, y tras abrazarse con su rival, comenzó a dar saltos de júbilo para arrodillarse en la pista y romper a llorar después.
“No me lo puedo creer, es una locura, estoy en semifinales de nuevo, estoy en trance ahora”, dijo en pista. “Nunca soñé esto”, y rompió a llorar de nuevo. “Sé que esto lo quieren todas, pero yo nunca podré olvidarlo, es realmente increíble. Me he sentido con una paz extrema y con una calma extrema en el último juego”, señaló en la entrevista en pista.
Alli, su interlocutora, la australiana Rennae Stubbs, le recordó que hace 19 años Mirjana ganó su primer partido aquí, derrotándole precisamente a ella.
Lucic, de 34 años, es una de las tres jugadoras que han pasado de la treintena y que han traspasado la primera semana, junto con las dos hermanas Williams, Serena (35) y Venus (36), esta última en semifinales también.
“Mirad mis piernas”, dijo para recalcar como había llegado a las semifinales, con vendaje en el muslo y espinilla izquierda, con dolores en todo su cuerpo que le hicieron llamar al médico dos veces durante el duelo contra Pliskova. “Lucen genial”, dijo Stubbs, para que Mirjana respondiera: “Mi marido dice lo mismo”.
“Nunca soñé estar aquí de nuevo y nunca olvidaré este día. Esto hace que todo lo malo que he pasado en mi vida, sea ahora bueno”, recordó pensando quizás en su historia de abusos y malos tratos de su padre. “Un día contaré una larga historia sobre las cosas que me han sucedido, pero nunca podré soñar con estar aquí de nuevo”, afirmó.
Ahora está a dos pasos solo de convertirse en la segunda jugadora croata en ganar un Grand Slam, desde Iva Majoli en Roland Garros 1997.