Semenya debe medicarse para competir con mujeres

MADRID. La atleta sudafricana Caster Semenya, la mejor ochocentista del mundo en el último decenio, tendrá que medicarse para reducir sus niveles de testosterona si quiere seguir compitiendo con mujeres.

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Esto, tras el fallo contrario del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), que aviva la polémica sobre el hiperandrogenismo en el deporte. A partir del próximo día 8 de mayo entrará en vigor la normativa aprobada por la IAAF que restringe la participación de mujeres con Desarrollo Sexual Diferente.

Las nuevas regulaciones sobre la materia, cuya implantación fue aplazada hasta la resolución del caso en el TAS, impiden participar en pruebas de medio fondo a las atletas con niveles de testosterona por encima de los 5 nanomoles por litro de sangre durante al menos seis meses antes de competir.

Hasta ahora, el umbral de tolerancia estaba en los 10 nanomoles y ahora se reduciría a la mitad porque, según estudios a los que alude la IAAF, una mayor proporción aumenta un 4,4 % la masa muscular, entre un 12 y un 26% la fuerza y un 7,8% la hemoglobina.

Semenya, doble campeona olímpica y triple mundial de 800, puede ahora recurrir el fallo ante la justicia suiza, pero se apresura a indicar que la sentencia no la detendrá. “Una vez más me elevaré y seguiré inspirando a mujeres jóvenes y atletas en Sudáfrica y en todo el mundo”, dijo en un comunicado divulgado a los medios por su equipo de abogados.

La polémica en torno a las atletas que presentan hiperandrogenismo estalló hace diez años cuando, el 19 de agosto de 2019 en los Mundiales de Berlín, Semenya consiguió la medalla de oro en la final de 800 con un registro de 1:55.23. La IAAF la obligó a someterse a controles de sexo y no la permitió competir mientras se sustanciaba la investigación.

Semenya, la figura más relevante entre los casos de hiperandrogenismo en el atletismo, sostiene que las nuevas regulaciones de la IAAF son discriminatorias y sólo buscan apartar a deportistas como ella de la alta competición. La sudafricana recurrió ante el TAS en junio de 2018, y en octubre, a un mes de la anunciada entrada en vigor de la norma, la IAAF la dejó en suspenso a la espera del fallo del tribunal.

El TAS, en efecto, encuentra que la nueva normativa es “discriminatoria” pero subraya que “esta discriminación es un medio necesario, razonable y proporcionado para cumplir el objetivo de la IAAF de preservar la integridad del atletismo femenino en las pruebas referidas”.

La IAAF se apresuró a felicitarse por el fallo y sólo demoró una semana la entrada en vigor de las regulaciones, pero la sentencian no ha hecho sino reavivar la controversia.

La exatleta española María José Martínez Patiño, asesora del COI en temas relacionados con el hiperandrogenismo, considera que el TAS “ha perdido una oportunidad histórica de sentar un precedente para regular este tema desde el punto de vista ético y legal”.

Mientras el Gobierno de Sudáfrica considera que el fallo menoscaba los “derechos humanos” de las atletas, el español José María Odriozola, miembro del Consejo Directivo de la IAAF, cree que se trata de una “decisión lógica, que tendrá una importancia muy grande en el futuro del deporte de competición y que afectará igualmente a las transexuales”, dijo a EFE.

“En el hiperandrogenismo”, explica, “aunque la secreción de cantidades muy superiores de testosterona sea de forma natural en esas mujeres, les da una ventaja decisiva y no justa a la hora de competir con mujeres que secretan la citada hormona en cantidades mucho menores”.

La barcelonesa Zoya Naumov, actual campeona de España de 800 metros, discrepa del TAS y critica con firmeza la solución presentada por la IAAF al considerar: “Quizás es hora de empezar a aceptar que existen otras realidades en la naturaleza y que tienen tantos derechos como tenemos el resto de +normales+”.

A su juicio, “obligar a alguien a someterse a unos cambios fisiológicos para que esté dentro de una norma cuyas dimensiones no abarcan a todos los seres humanos, no es la mejor forma de inclusión, sino la fácil solución”.

La normativa validada ahora por el TAS contraviene las normas internacionales de derechos humanos, según Human Rights Watch (HRW). La ONG con sede en Nueva York defiende que las mujeres como Semenya “tienen el mismo derecho a la dignidad y a controlar sus propios cuerpos” que el resto.

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