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La rotación de Luis Zubeldía para el equipo dio fruto: tuvo oxígeno, otra actitud, buenos rendimientos individuales como Juan Escobar, Hernán Novick, Marcelo Palau, Jorge Rojas y Cristian Insaurralde, y lo más importante, ganó. Pasaron cuatro partidos locales para que Cerro Porteño vuelva a la victoria y sumó la cuarta entre el Apertura y la Copa Libertadores de América.
La regularización de la séptima fecha podría ser un punto de partida para el entrenador en la búsqueda del equipo ideal. En un partido con dominio mutuo, el Ciclón fue más eficaz en la culminación de cada avance. Después de tener chances de gol en los primeros 10 de juego, el cero se rompió con el tanto de Rodrigo Rojas a los 14 minutos.
El volante combinó con Diego Churín en la cabecera del área y tras una triangulación que inició el mediocampista y devolvió el delantero, el capitán definió de puntín, ya que el balón le quedó alejado del cuerpo y llegó exigido ante el achique del arquero, para levantar la pelota sobre Armando Vera. El 1-0 bajó la intensidad del juego y permitió a Independiente un mayor control. La pelota parada fue la vía que permitió al visitante poder acercarse al empate, pero la acción más clara fue un tiro de Sebastián Ferreira sobre el travesaño después de un tiro de esquina.
Con la ventaja, el segundo tiempo fue diferente para Cerro Porteño: Hernán Novick se encargó la conducción y a los 60' gestó la jugada del segundo. Recuperó un balón en la mitad de la cancha y giró con dirección al arco rival, se presionó contra el lateral derecho y el primer central y cuando Cristian Insaurralde superó a Eduardo Duarte, asistió para que el argentino defina de primera ante el cierre del portero. El nivel no bajó y con un rival desconcertado, el margen ataque se amplió para el local.
Diego Churín tuvo el tercero, pero su remate pegó en el exterior de la red. Aldio Oviedo quedó mano a mano para aumentar la diferencia, pero Milciades Portillo punteó desde atrás el balón cuando el atacante quedaba mano a mano con Armando Vera. Pero el gol lo tuvo Marcelo Palau. A los 85', el volante cabeceó, solo, dentro del área un tiro de esquina ejecutado por Rodrigo Rojas. Y el gol es un propulsor de confianza para el jugador que no encuentra su máximo esplendor. Y puede ser para Jorge Rojas, que a los 89' sacó un latigazo cruzado y marcó el cuarto. El 4-0 no fue casualidad, sino una imagen establecida desde el cambio en la actitud.