Cargando...
La fresca noche paulista esperaba a Guaraní y su cita con la historia. El Aurinegro visitaba el mundialista Arena Corinthians para enfrentar al “Timao” en el segundo duelo por la llave de los octavos de final de la Copa Libertadores.
El único representante paraguayo que seguía en competencia tenía como misión hacer valer la ventaja que había conseguido de local una semana atrás y sellar su pase a los cuartos de final, una instancia a la que no había llegado desde la implementación del actual sistema de competencia del torneo más importante a nivel de clubes en Sudamérica. Antes ya había llegado a semifinales en los días en los que a esta instancia llegaban tres equipos, allá por la década de los ’60 o ’70.
Enfrente estaba el Corinthians, uno de los más grandes y populares equipos del Brasil, campeón de la competencia hace apenas un par de años. Como buen equipo brasileño, el cuadro paulista estaba dispuesto a hacer valer su localía y su estilo de fútbol para conseguir remontar la adversidad.
Y encima, tenía el apoyo de una multitud.
El magnífico estadio que sirvió como una de las sedes del mundial del año pasado estaba repleto de hinchas ataviados con camisetas blancas. En medio del tumulto, un reducido pero ferviente grupo de hinchas aurinegros alentaban lo suficiente para hacer sentir a los 11 que estaban en el campo de juego que había alguien acompañándolos allí y desde tierras paraguayas, donde la gente miraba a través de la televisión.
Como era de esperarse, los locales salieron a avasallar ni bien su puso a rodar el esférico. Antes de que el cronómetro completara su primera vuelta, ya había generado su primera insinuación aunque ensuciada por una muy dura entrada del peruano Paolo Guerrero que se salvó de mirar los restantes 89 minutos desde afuera porque el árbitro decidió exhibirle solo una amarilla.
El acoso paulista fue incesante. Una tras otra llegaban las jugadas peligrosas sobre el arco aborigen, donde Alfredo Aguilar, el joven arquero paraguayo, agrandaba en cada oportunidad su figura sacando pelotas que dejó a más de un hincha aurinegro con el corazón agitado y a los corinthianos con el grito de gol ahogado en la garganta.
Durante los primeros 20 minutos, Corinthians no dio respiro a un Guaraní que esperaba atrás…por momento parecía esperar demasiado y muy atrás. El español Fernando Jubero sufría desde un costado, al bordo de la locura, al ver que su equipo no conseguía mantener el buen trato del balón para frenar los embates del rival y soñar quizás con alguna que otra llegada, algo a lo que este cuadro ya nos tiene acostumbrados.
Pasaron los minutos y ellos se encargaron de disolver los ímpetus iniciales de un Corinthians que no encontraba forma de romper el cero, no solo por las buenas actuaciones defensivas del cuadro guaraní sino también por la falta de puntería de sus hombres de ofensiva.
Pasados los 40 minutos llegaría la primera oportunidad para la visita, luego de un pelotazo largo que fue conectado por Federico Santander. El cabezazo terminó afuera, lejos, aunque Guaraní daba un aviso de que, quizás, estaba dispuesto también a golpear.
Los primeros 45 minutos llegaron a su fin con el marcador en blanco.
Para la segunda mitad, Tite ordenó varios cambios de entrada en su equipo que siguió creando alguna que otra opción, ya sin la peligrosidad ni la insistencia que los había caracterizado en la primera fracción. Guaraní, fiel al aguerrido estilo paraguayo, sacaba todas las pelotas como podía y resistía.
Aunque las cosas comenzarían a inclinarse a su favor por la calentura de los locales que en 15 minutos sufrieron dos expulsiones. Ahí Guaraní comenzó a animarse.
La hazaña parecía cada vez más cercana.
Darío Ocampo pudo abrir la cuenta al minuto de haber ingresado, tras un buen pase, enganchó pero remató muy despacio.
Minuto 87. Si tiene algo para anotar, anote este preciso momento como aquel en el que la historia terminaría inclinándose por completo a favor de Guaraní. Jubero ordenó el ingreso de Fernando Fernández en lugar de Federico Santander. Goleador por goleador, aunque al que salía no le gustaba nada.
Cuatro minutos más tarde, Fernández justificaría su ingreso. En el primero de los cinco minutos de adición recibió, dominó y definió. El griterío infernal de los locales quedó acallado por el de un pequeño puñado de hinchas aurinegros, al que se le sumaban las gargantas de toda la afición paraguaya.
Así, con un gol en las postrimerías del encuentro, Guaraní dio el golpe. El Aurinegro derrotó a uno de los grandes del Brasil en su cancha, ante su gente y lo dejó afuera de la Copa Libertadores. Por primera vez con el formato actual, el Aborigen llega a cuartos de final.
Mientras una multitud se retiraba cabizbaja del Arena Corinthians, una veintena de hombres que habían sufrido lo indecible en su viaje se juntaba en la mitad de la cancha y, con lágrimas en los ojos de algunos, decidieron arrodillarse y dar gracias. Sus hinchas se unieron allí y en Paraguay se celebra porque nuestro único representante sigue en competencia.