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La noche caía fría en Concepción, pero en el estadio Ester Roa el ambiente iba subiendo de temperatura a medida que se acercaba la hora del inicio del juego correspondiente a la segunda semifinal de la Copa América.
Paraguay debía enfrentar a un rival con el que se había cruzado ya en el primer partido de la fase de grupos: Argentina. El mismo equipo que había sacado una diferencia de dos goles y terminó sufriendo un empate que hasta ahora muchos seguían sin poder creer.
La Albirroja había llegado al torneo con la carga de haber sido la peor ubicada en las últimas eliminatorias y eran pocos los optimistas que veían a nuestra selección capaz de llegar a instancias como ésta. Aún así, soportando críticas y burlas, los dirigidos por Ramón Díaz fueron avanzando en el torneo continental, a veces gracias a la garra y otras tantas con muestras de buen fútbol.
Luego de la gran muestra de amor propio que había dado la Albirroja en la primera fecha de la fase de grupos, era razonable pensar que los de Argentina ya no festejarían antes de tiempo. Sin embargo, a lo largo de los últimos días ya solo estaban pensando en a quién enfrentarían en la final de la competencia.
Pero en el fútbol, los equipos hablan dentro de la cancha.
Lejos de lo que se había visto durante el partido debut, Paraguay arrancó demostrando mayor ambición que el rival. Antes de que se completaran los primeros tres minutos de juego, la Albirroja conseguía ya un tiro libre en las cercanías del área argentina tras una falta de Martín Demichelis sobre Roque Santa Cruz.
Argentina parecía aturdida por el envión que demostró el cuadro guaraní durante los primeros minutos. La Albirroja presionaba bien arriba y mantenía una concentración que le permitía cerrar bien los espacios. En el minuto 5, un buen cambio de frente fue bajado por Nelson Haedo Valdez a Santa Cruz, pero el capitán paraguayo terminaría rematando mal.
Era un aviso.
La presión guaraní era tal que cuando los centrales argentinos tenían la pelota, se veían obligados a jugar muy atrás, con el arquero para tratar de buscar la manera de salir. Recién en el minuto 10 se produciría una llegada tras una desatención que permitió que se generara una llegada profunda y un pase para Javier Pastore que remató para que Justo Villar dominara el balón.
Como ya lo había hecho ante Brasil, Derlis González era el hombre desequilibrante en las filas paraguayas. Era tal su buen trabajo, que pararlo los argentinos debían recurrir a constantes faltas, una de ellas fue en el minuto 11, cometida por Marcos Rojo.
Tanto habían hablado en Argentina durante los días previos del arbitraje de Sandro Ricci, que los mismos jugadores argentinos reclamaban todo en la cancha. El brasileño demostró a Lucas Biglia que no estaba dispuesto a permitir que le reclamaran nada, luego de pitar una falta cometida por Víctor Cáceres cerca del área albirroja.
De ese tiro libre, terminaría llegando un centro que dejó la pelota picando en el corazón del área, donde Rojo la encontraría y se encargaría de mandarla a dormir entre las redes del arco paraguayo. El 1-0 llegaba como un golpe duro a una Albirroja que había merecido más en esos 14 minutos que habían transcurrido.
A partir de ahí, las cosas se irían complicando aún más para los nuestros. Es que Derlis seguía volviendo locos a los jugadores argentinos cada vez que tenía el balón…y ellos le seguían pegando. Una dura entrada de Ángel Di María terminaría golpeándose lo suficiente como para tener que dejar el campo de juego.
El joven talentoso albirrojo intentó varias veces seguir jugando más, pero no podía seguir y terminó siendo reemplazo por Raúl Bobadilla. Casi enseguida la dupla ofensiva comenzó a sentir problemas físicos y Roque Santa Cruz también debía abandonar el campo de juego, para ceder su lugar a Lucas Barrios.
Mientras todavía Paraguay intentaba rearmarse tras el gol y la salida de Derlis, una jugada rápida y un mal cierre defensivo permitirían que un remate cruzado de Pastore ampliara el marcador 2-0 a favor de los albicelestes.
Cuando consiguió reconectar el chip, Paraguay comenzó a generarle otra vez muchos problemas a la defensa rival. Bruno Valdez, el central devenido en lateral derecho, era clave en las subidas. Y lo demostró a poco del final cuando robó un balón y lo cedió a Lucas Barrios que remató fuerte y puso el 2-1. Los fantasmas de la primera fecha aparecían en Argentina.
Lo pudimos empatar sobre el final de los primeros 45’, porque Valdez volvió a armar una gran jugada y metió un gran pase, cual “10”, para que Raúl Bobadilla encarara y rematara. El tiro del delantero del Augsburgo terminaría perdiéndose afuera.
La primera etapa llegaría a su final con la esperanza de que una nueva remontada se volviera a dar.
Paraguay arrancó buscando desde que se puso en marcha el segundo tiempo, pero dos contragolpes rápidos, jugadón incluido de Lionel Messi, terminarían llegando como baldazos de agua fría para las intenciones albirrojas. Ambas jugadas fueron concretadas por Di María.
La Albirroja no dejó de pensar nunca en atacar, a pesar de que estaba en una importante desventaja. Se siguió buscando crear alternativas para el descuento, aunque ello significara dejar espacios en la ofensiva.
En el minuto 79, Sergio Agüero anotaría el quinto y la cuenta se sellaría tres minutos después con el sexto convertido por Gonzalo Higuaín.
Paraguay sufrió una dura derrota ante Argentina, la última vicecampeona del mundo, la misma a la que le había empatado a pesar de haber estado 2-0 en desventaja y el sueño de llegar a la final de la Copa América terminó frustrado.
A pesar de lo duro de la derrota, muy poco queda por reprochar a nuestros jugadores. La Albirroja había llegado sin demasiadas expectativas, pero partido a partido consiguió volver a generar la misma esperanza y unión que le habían caracterizado durante varios años y que se perdieron en la campaña de las últimas eliminatorias.
La participación albirroja –que aún no ha llegado a su fin- en esta Copa América ha permitido demostrar que nuestra selección tiene material para volver a creer. Faltarán algunos retoques y que se sumen varios jugadores que prometen en sus respectivos clubes, pero pensar en un buen papel en las próximas eliminatorias ya no parece una idea tan descabellada.