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Ayer por la tarde el NY Times publicó que Jerome Valcke, la mano derecha de Blatter, estaba vinculado a un caso de coimas que tenía como epicentro el Mundial 2010, que se disputó en Sudáfrica. Este fue tal vez el principal detonante para que Blatter hoy anuncie su dimisión al cargo más importante del mundo del fútbol.
El entramado de corrupción en la FIFA, investigado por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, reveló que las máximas autoridades de la FIFA han recibido sobornos para elegir a Sudáfrica como sede del Mundial 2010. Si bien la designación de la sede fue hecha en 2004, hubo un pago a Jack Warner – ahora imputado y entonces titular de la Concacaf – de US$ 10 millones que llegó desde la Federación Sudafricana de Fútbol. Este dinero supuestamente era para un programa de desarrollo del fútbol denominado “Diáspora”, que sería un proyecto fantasma de la FIFA para cobrar “favores” de los sudafricanos, tras haberlos elegidos como sede del Mundial 2010.
Todo apunta a que Blatter es el próximo objetivo de la investigación de los Estados Unidos. Su salida de la FIFA, donde trabaja desde 1978 y donde es presidente desde 1998, no será rápida. Recién se podrá elegir a un nuevo presidente del organismo en un evento que deberá convocarse de manera especial, un congreso al que se llamará entre octubre de 2015 y marzo de 2016.
Fue el mismo Blatter quien reconoció que la FIFA debe atravesar profundas reformas, ya que de alguna forma, todos sus directivos tendrían alguna implicancia en el escándalo. Seis ejecutivos, entre los que figura el expresidente de Conmebol y de FIFA, el uruguayo Eugenio Figueredo.
Pesaron mucho también los auspiciantes como Coca Cola, Kia/Hyundai, Visa, Budweiser, Adidas y Mc Donald’s. Los patrocinadores son los que más dinero aportan a la FIFA. El año pasado ya habían roto contrato con el organismo las empresas Castrol, Continental y la gigante aerolínea Emirates, tres de los más grandes aportantes al ente.