Tortugas gigantes vivían en la Amazonía antes de emigrar a Galápagos

RÍO DE JANEIRO. Una tortuga prehistórica hallada en la Amazonía brasileña es considerada por los paleontólogos como el más probable ancestro de las tortugas gigantes que viven exclusivamente en el archipiélago ecuatoriano de Galápagos.

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El Chelonoidis prehistórico, el mayor de su género descubierto hasta ahora en el mundo, fue reconstruido por paleontólogos de la brasileña Universidad Federal de Acre (UFAC) a partir de fósiles encontrados en 1995 en medio de la Amazonía y nunca analizados.

“Invertimos casi dos años de trabajo para reconstituir el animal como era originalmente pese a que contábamos con el plastrón (la parte ventral) completo y con casi el 60% del caparazón”, dijo el zoólogo Edson Guilherme, investigador de la UFAC que coordinó el proyecto.

“Sabíamos que en los depósitos del laboratorio de paleontología de la universidad teníamos guardados los fósiles de la que podía ser mayor tortuga terrestre de Sudamérica y decidimos montarla con sus partes originales y otras reconstituidas gracias a los datos recopilados por los estudios paleontológicos”, agregó.

El fruto de ese trabajo fue una tortuga de piedra, yeso y espuma con un metro de altura, 1,65 metros de largo y 0,90 metros de ancho que reproduce al animal que vivió en la Amazonía hace unos ocho millones de años y que es muy parecido, aunque mayor, al que hoy vive en las islas del océano Pacífico frente al litoral de Ecuador.

Guilherme, un zoólogo que se especializó en paleontología, explicó que hay registros de partes de fósiles de Chelonoidis gigantes prehistóricos en otros países sudamericanos, pero ninguno del tamaño del hallado en Acre, un estado amazónico en el extremo occidental de Brasil y fronterizo con Bolivia.

El especialista agregó que los análisis preliminares permiten decir que se trata de un animal del género Chelonoidis que vivió en el período del Mioceno.

“Existe una especie muy parecida ya descrita en Argentina, pero no sabemos si el nuestro es de la misma especie o de otra. Aún son necesarios estudios anatómicos para identificar su especie”, dijo.

Según el zoólogo, la tortuga hallada en Acre tiene dos veces el tamaño de las hoy endémicas de Galápagos, el archipiélago ecuatoriano en el océano Pacífico a casi mil kilómetros de la costa que es una de las áreas más ricas en biodiversidad del mundo.

“Los probables ancestros eran muy superiores cuando estaban en el continente, pero los que llegaron hasta Galápagos sobrevivieron, aunque con una evolución diferente que les redujo el tamaño”, afirmó.

En su opinión, las tortugas gigantes que permanecieron en el continente no sobrevivieron al parecer por los cambios climáticos. En cuanto a la relación de las tortugas que se extinguieron en el continente con las que sobrevivieron en las islas Galápagos, afirmó que la hipótesis la planteó el propio Charles Darwin cuando desembarcó en el archipiélago.

De acuerdo con Guilherme, tras notar que en cada isla del archipiélago había especies diferentes de tortugas terrestres gigantes de origen continental, el autor de “El origen de las especies” concluyó que los animales sólo habían podido llegar desde Sudamérica agarrados a troncos o encima de árboles.

“No podemos afirmar categóricamente que las de la Amazonía son los ancestros de las de Galápagos, pero sí podemos decir que las tortugas gigantes que se extinguieron en Sudamérica son del mismo género que las endémicas del archipiélago. Eso nos da cierta certeza de que son sus ancestro”, afirmó Guilherme, quien aclaró que ese género no ha sido hallado en ningún otro continente.

El Chelonoidis prehistórico fue encontrado en una región de la Amazonía que en el Mioceno al parecer era cubierta por grandes lagos y que, por esa razón, se ha convertido en una rica mina de fósiles.

En la misma región fue hallado el fósil más completo existente en Brasil del Purussaurus brasiliensis, el mayor caimán del que se tiene conocimiento en el mundo, así como un fósil del Mourasuchus nativus, una especie de caimán típica de Sudamérica que poseía un cráneo largo y aplastado, y el fósil del caparazón de una tortuga Matamata (Chelus fimbriatus) de cerca de dos metros de diámetro.

Entre los fósiles que han sido hallados en los últimos 30 años en quince locales diferentes de Acre también figuran partes de mastodontes y de perezosos gigantes.

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