Mangoré: Aquel mago de la guitarra

A 67 años de la muerte de aquel héroe guaraní, el legendario nombre de Agustín Pío Barrios sigue vivo en los pentagramas de la historia.

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El paraguayo de las cuerdas mágicas –como también se lo conocía– es para muchos el más importante compositor de guitarra de todos los tiempos. Es, al menos, lo que aseguran grandes músicos y estudiosos, como el guitarrista autraliano John Williams.

Más conocido como "Mangoré", la historia de su nombre nos remite a una leyenda sobre quien fuera el cacique de los "timbres", tribu indígena que se encontraba en las zonas bajas sobre el río Paraná y peleara ante la conquista española. Más tarde, en 1932, estando en Venezuela un amigo le escribe su nombre al revés: "Nitsuga". A Barrios le agradó la idea; y fue allí cuando lo combinó con Mangoré, empezando a firmar "Nitsuga Mangoré".

Con un amplio talento que incluyó el periodismo, la poesía, el dibujo e incluso ramas como las matemáticas, filosofía y literatura, Agustín Pío Barrios es, sin dudas, el más representativo compositor para guitarra del siglo XX de América.

Barrios despertaba admiración dondequiera que su figura aparecía. Conoció el triunfo en todos los escenarios donde le tocó actuar. Los más exigentes críticos lo compararon con Andrés Segovia, aquel guitarrista clásico español considerado el padre del movimiento moderno de la guitarra clásica.

En su faceta de compositor, incluso lo compararon con el polaco Fryderyk Chopin y con el italiano Niccolò Paganini, por el virtuosismo que denotaban sus creaciones.

 

DE PARAGUAY AL MUNDO

Nacido en San Juan Bautista, Misiones, en 1885, el paraguayo trascendió los límites de las fronteras construyendo su propio camino dentro de la guitarra culta y popular.

Con un padre aficionado a la guitarra, Doroteo; y una madre educadora y aficionada al teatro, Martina, el pequeño Agustín fue generando un universo particular que reflotó cuando, a los 13 años, su maestro –el argentino Gustavo Sosa Escalada– descubrió que aquel alumno no estaba lejos de convertirse en un genio musical.

Ya instalado en Asunción, el niño prodigio recibe una beca del Colegio Nacional de la Capital, donde continuaría su formación. 

En 1910 –según escribía Sila Godoy– Barrios sale por primera vez del Paraguay. La primera parada: Corrientes. El músico viajó a la provincia argentina para dar unos conciertos, desembocando luego en otros países regionales –y más lejos también–. El mundo empezaba a conocer la genialidad del paraguayo.

OBRAS

Agustín Pío Barrios compuso más de 300 obras para guitarra, que incluyó preludios, valses, estudios, mazurcas, tarantelas e incluso piezas onomatopéyicas. 

Entre su vasta obra, se destacan Souvenir d’un Revé (Un Sueño en la Floresta) (1918), Romanza en imitación al violonchelo (Pagina d’Album) (1919), Mazurca Apassionata (1919), La Catedral (1921), Preludio en Sol (1921), Valses Op. 8 (1923), Danza Paraguaya (1924), Choro de Saudade (1929), Julia Florida (1938) y Una Limosna por Amor a Dios (1944).

El gran escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, consultado por la Revista Exégesis el 19 de enero de 2005, expuso lo siguiente: "En su instrumento resonaba ciertamente la expresión de lo que la guitarra trae vivo desde su remoto origen por el cauce más nuevo de la sangre española. Era pasmosa su facilidad de captación folclórica. Barrios nunca quiso ni pudo disimular la nostalgia que en sus andanzas sentía por su tierra. Y esta nostalgia fue quizás una de las más dolorosas compañías de su vida".

 

 

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