Cargando...
Omran Chaaban, de 21 años, fue, según los testimonios, el primero que atrapó al ahora extinto dictador libio Muamar Gadafi, quien se escondió en una alcantarilla mientras huía de los rebeldes que lo interceptaron, al oeste de su feudo de Sirte, donde fue encontrado mientras intentaba escabullirse con un grupo de escolta.MISRATA, Libia (AFP). "La última llamada recibida en su (teléfono satelital) Thuraya provenía de Siria, era una mujer", asegura un miembro de la brigada Al Ghiran, en la periferia de Misrata.
Esta ciudad fue un enclave símbolo de la resistencia, pues se rebeló contra el dictador desde el comienzo del levantamiento popular, y fue sometido durante meses a bombardeos constantes de las fuerzas de Gadafi, hasta que fue liberada por los rebeldes.
"Cuando lo vi me quedé sin voz, no podía ni pensar, fue una sorpresa total. Me dije: Ya está, Gadafi se acabó", cuenta el muchacho, de tez morena.
Según su compañero Ahmed Gazal, su brigada se marchaba esa mañana como refuerzo para dar el asalto final a Sirte cuando se cruzaron con un grupo de gadafistas al borde de la carretera, escapados de un convoy bombardeado por la OTAN.
Después de unos tiroteos, "un hombre de sus servicios de seguridad nos confesó que Gadafi se encontraba dentro" del caño de cemento, explica.
"Omran era el que estaba más cerca de él, lo atrapó y luego dije Alá es grande y le tiré de las piernas hacia el exterior. Cuando salió de su escondrijo, dijo ¿qué pasa, qué hay?", cuenta Ahmed. En ese instante, "Omran le plantó su pistola debajo de la barbilla".
"Pensaba que sería imponente, pero, de hecho, en ese momento parecía un ratoncito", sonríe.
Gadafi calificaba a sus opositores de "ratas" y "perros", diciendo que "no merecían vivir" si no le "amaban".
Además había amenazado a los rebeldes con que no "habrá misericordia con los traidores".
Según resalta Ahmed, en el momento de su captura, "Gadafi tenía sangre en la ropa y en el rostro, estaba herido".
De regreso al vehículo, un nutrido y exaltado grupo los rodeó. Según imágenes que circulan por la red, Gadafi recibió bofetadas, puñetazos, y le tiraban del pelo.
Pero luego "lo trasladaron en ambulancia" a un kilómetro de allí, asegura Omran.
El dictador murió camino a Misrata, según su testimonio.
De acuerdo a las autoridades libias, murió a consecuencia de las heridas de bala sufridas en los tiroteos durante su detención. Una bala en la sien fue fatal, asegura el número dos del Consejo Nacional de Transición, Mahmud Jibril.
La ONU y Amnistía Internacional piden una investigación para esclarecer si fue ejecutado de forma sumaria de un balazo en la cabeza.
"Estaba malherido cuando lo vimos. Sabíamos que se iba a morir", lanza un brigadista, Ibrahim Al Marjub.
A decir verdad, la polémica sobre la muerte del coronel interesa poco en Misrata, ciudad mártir bombardeada cinco meses por las fuerzas del dictador.
Mohamed Belhadj, combatiente de otra brigada, confiesa que él no habría vacilado ni un segundo.
"Yo, si hubiera atrapado a Gadafi, lo habría matado sin pensármelo. Masacró a mi pueblo en Misrata, mató a todos mis amigos", recordó con amargo dolor.
Esta ciudad fue un enclave símbolo de la resistencia, pues se rebeló contra el dictador desde el comienzo del levantamiento popular, y fue sometido durante meses a bombardeos constantes de las fuerzas de Gadafi, hasta que fue liberada por los rebeldes.
"Cuando lo vi me quedé sin voz, no podía ni pensar, fue una sorpresa total. Me dije: Ya está, Gadafi se acabó", cuenta el muchacho, de tez morena.
Según su compañero Ahmed Gazal, su brigada se marchaba esa mañana como refuerzo para dar el asalto final a Sirte cuando se cruzaron con un grupo de gadafistas al borde de la carretera, escapados de un convoy bombardeado por la OTAN.
Después de unos tiroteos, "un hombre de sus servicios de seguridad nos confesó que Gadafi se encontraba dentro" del caño de cemento, explica.
"Omran era el que estaba más cerca de él, lo atrapó y luego dije Alá es grande y le tiré de las piernas hacia el exterior. Cuando salió de su escondrijo, dijo ¿qué pasa, qué hay?", cuenta Ahmed. En ese instante, "Omran le plantó su pistola debajo de la barbilla".
"Pensaba que sería imponente, pero, de hecho, en ese momento parecía un ratoncito", sonríe.
Gadafi calificaba a sus opositores de "ratas" y "perros", diciendo que "no merecían vivir" si no le "amaban".
Además había amenazado a los rebeldes con que no "habrá misericordia con los traidores".
Según resalta Ahmed, en el momento de su captura, "Gadafi tenía sangre en la ropa y en el rostro, estaba herido".
De regreso al vehículo, un nutrido y exaltado grupo los rodeó. Según imágenes que circulan por la red, Gadafi recibió bofetadas, puñetazos, y le tiraban del pelo.
Pero luego "lo trasladaron en ambulancia" a un kilómetro de allí, asegura Omran.
El dictador murió camino a Misrata, según su testimonio.
De acuerdo a las autoridades libias, murió a consecuencia de las heridas de bala sufridas en los tiroteos durante su detención. Una bala en la sien fue fatal, asegura el número dos del Consejo Nacional de Transición, Mahmud Jibril.
La ONU y Amnistía Internacional piden una investigación para esclarecer si fue ejecutado de forma sumaria de un balazo en la cabeza.
"Estaba malherido cuando lo vimos. Sabíamos que se iba a morir", lanza un brigadista, Ibrahim Al Marjub.
A decir verdad, la polémica sobre la muerte del coronel interesa poco en Misrata, ciudad mártir bombardeada cinco meses por las fuerzas del dictador.
Mohamed Belhadj, combatiente de otra brigada, confiesa que él no habría vacilado ni un segundo.
"Yo, si hubiera atrapado a Gadafi, lo habría matado sin pensármelo. Masacró a mi pueblo en Misrata, mató a todos mis amigos", recordó con amargo dolor.