Labranza cero

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La labranza cero o siembra directa es una técnica conservacionista de producción agrícola que ha surgido como respuesta a la degradación de los recursos, fundamentalmente del suelo y del ambiente, a causa de la aplicación muchas veces indiscriminada de las prácticas convencionales de laboreo, que utilizan arados, rastras y otras máquinas, como subsoladores y rotovadoras, y que terminan, con el tiempo, por deteriorar la capacidad productiva de los suelos, al erosionarlos, contaminarlos con agrodefensivos, y al agotar sobre todo, los niveles de materia orgánica, principal encargada de mantener las propiedades fisicoquímicas y biológicas de los mismos.Paraguay, junto con Argentina, Brasil y Estados Unidos, es uno de los países que posee las mayores superficies de cultivo bajo el sistema de labranza cero. La técnica fue introducida en Paraguay por un pequeño grupo de agricultores de la Colonia Yguazú en Alto Paraná, hace unos 25 años, después de observar su éxito en cultivos instalados en Paraná, Brasil, que poseen el mismo tipo de suelo y condiciones climáticas.
Desde esa fecha, la superficie bajo labranza cero en el país ha ido en aumento, estimándose hoy día en más de 1 millón de hectáreas.
EL PROCESO
Cuando se realizan las labores de arada y rastreada, ingresa al suelo oxígeno (O2) proveniente de la atmósfera que origina la oxidación de la materia orgánica y la liberación de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero. La pérdida de materia orgánica produce la liberación de nutrientes y un aumento en la fertilidad del suelo, a corto plazo.
Con la repetición del laboreo convencional, se reduce el contenido de materia orgánica; se deteriora la estructura del suelo; hay pérdida de su permeabilidad y aireación, y un aumento de la erosión tanto hídrica como eólica, con la consecuente pérdida del suelo superficial.
De ahí la recomendación de efectuar análisis de suelos como una de las Buenas Prácticas Agrícolas; de aplicar materia orgánica, de encalar el suelo, de acuerdo a la acidez y de cultivar abonos verdes para ser posteriormente enterrados, esto último ya como parte de una agricultura sostenible y de conservación.
PRINCIPIO Y BENEFICIOS DE LA LABRANZA CERO
En esencia, la labranza cero parte del principio general de mantener los rastrojos y remover el suelo lo menos posible. De esta forma, se almacena el CO2 en el suelo; se evita la pérdida de materia orgánica por oxigenación; se conservan las propiedades físicas, químicas y biológicas; y se minimiza o evita la erosión del suelo; además, se conserva mejor el agua del suelo y
se recuperan nutrientes al evitarse el laboreo tradicional. De esta forma, se reducen los costos de producción y se incrementa la productividad por unidad de superficie sembrada.
UNA PROPUESTA PARA EL PRODUCTOR
Para aplicar la labranza cero y la siembra directa, lo primero es efectuar un análisis del suelo de las parcelas elegidas, para evitar sembrar por ejemplo, en un terreno agotado, como resultado de un laboreo intensivo, con unam estructura pobre, un bajo contenido de materia orgánica y una elevada compactación. A continuación, hay que dejar el rastrojo o restos vegetales del cultivo anterior, como cobertura para conservar la humedad del suelo.
En caso de no contar con rastrojos, pueden sembrarse abonos verdes que son plantas que cubren el suelo, controlan
malezas y mejoran sus propiedades físicas, químicas y biológicas. Pueden ser sembradas en forma independiente o asociados a otros cultivos. En este mes de enero pueden cultivarse, entre otras: mucuna ceniza, kumanda yvyra’i, canavalia, mucuna enana o crotalaria.
Un aspecto clave de la producción agrícola bajo el sistema de siembra directa es el control de malezas, el cual deberá realizarse antes de la siembra, para evitar la competencia por agua y nutrientes del suelo.
Para el caso de grandes extensiones, las malezas y los cultivos de cobertura se controlan con herbicidas de traslocación, no residuales, y de amplio espectro, algunos de los cuales se desactivan en contacto con el suelo y permiten la siembra casi de inmediato. El control de malezas mediante el empleo de herbicidas plantea una limitante o desventaja a este sistema, por el posible riesgo de contaminar las aguas, el ambiente; y también por las normativas de las Buenas Prácticas Agrícolas.
En este caso, se emplean los denominados abresurcos para labranza cero que cumplen con las funciones de romper el suelo, preparar la cama de siembra y sembrar. Según el modelo, también permiten incorporar fertilizantes y agrodefensivos, en bandas separadas para evitar que las semillas se quemen. Además, es importante tener en cuenta el estado del suelo. Lo ideal es la siembra en suelos secos antes del inicio de las lluvias, lo que no siempre es posible establecer.
En el caso de una agricultura en pequeña escala, el control de malezas y de cultivos de cobertura, se realiza en forma mecánica por seguridad para las personas y animales, y por el menor costo comparativo, al no tener queadquirir herbicidas. Los métodos que se aplican son: el corte con machete o azada de las plantas en crecimiento; el doblado, triturado o aplastado de las plantas de cobertura; también pueden emplearse cortadoras o rotativas a tracción animal. Lo importante es que la superficie del suelo esté cubierta de suficiente material vegetal. Después se procede a la siembra en forma manual, por ejemplo, con el empleo de la denominada matraca. Se trata de una herramienta construida de madera y metal, con un recipiente para el depósito de
semillas y otro para fertilizante, que posee un mecanismo que permite regular la caída de ambos productos. Para utilizarla, se la acciona manualmente, con la precaución de trabajar sobre suelos cubiertos de materia orgánica y que no sean arcillosos, ya que estos suelen ser muy duros. Permite sembrar maíz y otros granos sin arar y nivelar previamente el terreno, es decir, bajo
labranza cero.
A aquellos productores que quieran iniciarse con este sistema de labranza, se les recomienda consultar con los técnicos y productores especializados. En este sentido, muchos productores e investigadores nacionales deberían apoyar y difundir esta tecnología amigablecon el ambiente, como alternativa para fortalecer una agricultura sustentable en el país.
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