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Uno de los elementos principales para el desarrollo competitivo, tanto de las naciones como de las organizaciones empresariales, es la innovación. Para ello es necesario considerar que se pretende enmarcar el rol del conocimiento en las organizaciones, y cómo este hace un importante aporte al mejoramiento de los factores competitivos.
Hoy en día, el rol del conocimiento ha cambiado debido a los nuevos paradigmas asociados a la sociedad de la información, y a la nueva economía basada en el conocimiento. Por lo anterior, las empresas han realizado algunos avances para manejar este activo, para así buscar la satisfacción de las necesidades del cambiante mercado.
Bajo esta dinámica, los procesos de tecnologías de información, que son la base de los procesos productivos, administrativos y contables, pueden ayudar a establecer parte de las condiciones asociadas a la implementación de la gestión del conocimiento, apoyando la generación de ventajas competitivas basadas en la capacidad de innovación y la explotación de las capacidades de cada uno de los miembros de la organización.
La competitividad en el enfoque sistémico: niveles de competitividad sistémica.
De acuerdo a cada uno de los niveles del enfoque sistémico, y gracias a la interacción que hay entre todos ellos, se puede centrar el análisis desde el nivel micro, con el fin de ver cómo la exigencia de mayor eficacia de las empresas es parte fundamental de la competitividad.
Las empresas se ven confrontadas hoy con mayores requerimientos, que resultan de distintas tendencias (Best, 1990; OCDE, 1.992). Se distinguen entre ellas:
» La globalización de la competencia en cada vez más mercados de productos.
» La proliferación de competidores debido a los procesos exitosos de industrialización tardía (sobre todo, en el este asiático), y al buen resultado del ajuste estructural y la orientación exportadora (Por ejemplo, en Estados Unidos).
» La diferenciación de la demanda.
» El acortamiento de los ciclos de producción.
» La implementación de innovaciones radicales: nuevas técnicas (microelectrónica, biotecnología, ingeniería genética, nuevos materiales y nuevos conceptos organizativos).
» Avances radicales en sistemas tecnológicos, que obligan a redefinir las fronteras entre las diferentes disciplinas. Por ejemplo, entre la informática y las telecomunicaciones (telemática) o entre la mecánica y la optoelectrónica (optomecatrónica).
La competitividad sistémica dentro de la competencia global, y la libertad de acción nacional, analiza que para poder afrontar con éxito las nuevas exigencias, las empresas y sus organizaciones necesitan readecuarse, tanto a nivel interno como en su entorno inmediato; analiza también que se requiere introducir profundos cambios en tres planos diferentes:
1- En la organización de la producción: cuyo objetivo es acortar los tiempos de producción, sustituyendo, por ejemplo, las tradicionales cadenas de ensamblaje y los sistemas de transferencia por celdas e islas de fabricación y ensamblaje, para responder así con prontitud a los deseos del cliente, de reducir las existencias en depósito para disminuir el costo de capital de giro.
2- En la organización del desarrollo del producto: la estricta separación entre desarrollo, producción y comercialización encarecía en muchos casos los costos que implica el diseño de los productos; en otros casos, los productos no eran del gusto del cliente.
La organización paralela de diferentes fases del desarrollo, y la reintegración del desarrollo, la producción y la comercialización contribuyen a disminuir fuertemente los tiempos de desarrollo, a fabricar productos con mayor eficiencia y a comercializarlos con mayor facilidad.
3- En la organización y relaciones de suministro: las empresas reducen la profundidad de fabricación para poder concentrarse en la especialidad, que asegura su competitividad; reorganizan el suministro introduciendo, sobre todo, sistemas de producción justo a tiempo, y reorganizan su pirámide de subcontratación reduciendo la cantidad de proveedores directos, y elevando a algunos de ellos, a la categoría de proveedores de sistemas integrados al proceso de desarrollo del producto.
Es claro que el objetivo es integrar estos tres planos de manera creativa para poder enfrentar los nuevos perfiles de clientes con sus nuevas necesidades, y enfrentar los productos, cuyo ciclo de vida se acorta cada vez más. Por lo anterior se establece la necesidad de enfrentar la dinámica organizacional con un nuevo enfoque.
Bajo esta situación, en que las organizaciones cuentan con niveles potencialmente similares con respecto a los recursos físicos necesarios para enfrentarse con la competencia; entonces la pregunta es: ¿Cuál es el recurso que diferenciará al vencedor del vencido y ayuda a que esta situación sea sostenible y sustentable en el largo plazo? Algunos especialistas aseguran que el factor diferenciador clave es el conocimiento.
Para entender el rol del conocimiento en la valoración de las empresas, es importante considerar las estructuras de valor de las organizaciones.
El valor de las organizaciones: Antes de definir el valor de una organización, es importante conocer primero el significado de la palabra valor. Desde el punto de vista de los accionistas, se puede definir como el valor monetario de las acciones de la empresa. Gráficamente sería así:
Valor de mercado = número de acciones x valor de acción
» Es posible que algunas personas consideren que el valor de mercado de una empresa esté fuera de los valores reales (valor contable), debido a la volatilidad de las acciones, pero es interesante que pese a la volatilidad, el valor de esas empresas está muy por encima de su valor contable.
También consiste en el conocimiento, experiencia aplicada, tecnología organizativa, relaciones con los consumidores y contactos empresariales que posee una organización, y que le permiten alcanzar una posición ventajosa en el mercado.
Existe una definición que resume en buena parte, que es el Capital intelectual
Capital intelectual: Son los recursos no financieros, que permiten generar respuestas a las necesidades de mercados, y ayudan a explotarlas. Estos recursos se dividen en tres categorías: El capital humano, El capital estructural y El capital relacional.
Capital humano: Son las capacidades de los individuos en una organización que son requeridas para proporcionar soluciones a los clientes. Dentro de esta categoría se encuentran las capacidades individuales y colectivas, el liderazgo, la experiencia, el conocimiento, las destrezas y las habilidades especiales de las personas participantes de la organización.
Capital estructural: Son las capacidades organizacionales necesarias para responder a los requerimientos de mercado. Dentro de esta categoría se encuentran las patentes, el know-how, los secretos del negocio en el diseño de productos y servicios, el conocimiento acumulado y su disponibilidad, los sistemas, las metodologías y la cultura propia de la organización.
Capital relacional: Es la profundidad, (penetración), ancho (cobertura), y rentabilidad de los derechos organizacionales. Dentro de esta categoría se encuentran las marcas, los consumidores, la lealtad, la reputación, los canales y los contratos especiales.
Hoy en día, el rol del conocimiento ha cambiado debido a los nuevos paradigmas asociados a la sociedad de la información, y a la nueva economía basada en el conocimiento. Por lo anterior, las empresas han realizado algunos avances para manejar este activo, para así buscar la satisfacción de las necesidades del cambiante mercado.
Bajo esta dinámica, los procesos de tecnologías de información, que son la base de los procesos productivos, administrativos y contables, pueden ayudar a establecer parte de las condiciones asociadas a la implementación de la gestión del conocimiento, apoyando la generación de ventajas competitivas basadas en la capacidad de innovación y la explotación de las capacidades de cada uno de los miembros de la organización.
La competitividad en el enfoque sistémico: niveles de competitividad sistémica.
De acuerdo a cada uno de los niveles del enfoque sistémico, y gracias a la interacción que hay entre todos ellos, se puede centrar el análisis desde el nivel micro, con el fin de ver cómo la exigencia de mayor eficacia de las empresas es parte fundamental de la competitividad.
Las empresas se ven confrontadas hoy con mayores requerimientos, que resultan de distintas tendencias (Best, 1990; OCDE, 1.992). Se distinguen entre ellas:
» La globalización de la competencia en cada vez más mercados de productos.
» La proliferación de competidores debido a los procesos exitosos de industrialización tardía (sobre todo, en el este asiático), y al buen resultado del ajuste estructural y la orientación exportadora (Por ejemplo, en Estados Unidos).
» La diferenciación de la demanda.
» El acortamiento de los ciclos de producción.
» La implementación de innovaciones radicales: nuevas técnicas (microelectrónica, biotecnología, ingeniería genética, nuevos materiales y nuevos conceptos organizativos).
» Avances radicales en sistemas tecnológicos, que obligan a redefinir las fronteras entre las diferentes disciplinas. Por ejemplo, entre la informática y las telecomunicaciones (telemática) o entre la mecánica y la optoelectrónica (optomecatrónica).
La competitividad sistémica dentro de la competencia global, y la libertad de acción nacional, analiza que para poder afrontar con éxito las nuevas exigencias, las empresas y sus organizaciones necesitan readecuarse, tanto a nivel interno como en su entorno inmediato; analiza también que se requiere introducir profundos cambios en tres planos diferentes:
1- En la organización de la producción: cuyo objetivo es acortar los tiempos de producción, sustituyendo, por ejemplo, las tradicionales cadenas de ensamblaje y los sistemas de transferencia por celdas e islas de fabricación y ensamblaje, para responder así con prontitud a los deseos del cliente, de reducir las existencias en depósito para disminuir el costo de capital de giro.
2- En la organización del desarrollo del producto: la estricta separación entre desarrollo, producción y comercialización encarecía en muchos casos los costos que implica el diseño de los productos; en otros casos, los productos no eran del gusto del cliente.
La organización paralela de diferentes fases del desarrollo, y la reintegración del desarrollo, la producción y la comercialización contribuyen a disminuir fuertemente los tiempos de desarrollo, a fabricar productos con mayor eficiencia y a comercializarlos con mayor facilidad.
3- En la organización y relaciones de suministro: las empresas reducen la profundidad de fabricación para poder concentrarse en la especialidad, que asegura su competitividad; reorganizan el suministro introduciendo, sobre todo, sistemas de producción justo a tiempo, y reorganizan su pirámide de subcontratación reduciendo la cantidad de proveedores directos, y elevando a algunos de ellos, a la categoría de proveedores de sistemas integrados al proceso de desarrollo del producto.
Es claro que el objetivo es integrar estos tres planos de manera creativa para poder enfrentar los nuevos perfiles de clientes con sus nuevas necesidades, y enfrentar los productos, cuyo ciclo de vida se acorta cada vez más. Por lo anterior se establece la necesidad de enfrentar la dinámica organizacional con un nuevo enfoque.
Bajo esta situación, en que las organizaciones cuentan con niveles potencialmente similares con respecto a los recursos físicos necesarios para enfrentarse con la competencia; entonces la pregunta es: ¿Cuál es el recurso que diferenciará al vencedor del vencido y ayuda a que esta situación sea sostenible y sustentable en el largo plazo? Algunos especialistas aseguran que el factor diferenciador clave es el conocimiento.
Para entender el rol del conocimiento en la valoración de las empresas, es importante considerar las estructuras de valor de las organizaciones.
El valor de las organizaciones: Antes de definir el valor de una organización, es importante conocer primero el significado de la palabra valor. Desde el punto de vista de los accionistas, se puede definir como el valor monetario de las acciones de la empresa. Gráficamente sería así:
Valor de mercado = número de acciones x valor de acción
» Es posible que algunas personas consideren que el valor de mercado de una empresa esté fuera de los valores reales (valor contable), debido a la volatilidad de las acciones, pero es interesante que pese a la volatilidad, el valor de esas empresas está muy por encima de su valor contable.
También consiste en el conocimiento, experiencia aplicada, tecnología organizativa, relaciones con los consumidores y contactos empresariales que posee una organización, y que le permiten alcanzar una posición ventajosa en el mercado.
Existe una definición que resume en buena parte, que es el Capital intelectual
Capital intelectual: Son los recursos no financieros, que permiten generar respuestas a las necesidades de mercados, y ayudan a explotarlas. Estos recursos se dividen en tres categorías: El capital humano, El capital estructural y El capital relacional.
Capital humano: Son las capacidades de los individuos en una organización que son requeridas para proporcionar soluciones a los clientes. Dentro de esta categoría se encuentran las capacidades individuales y colectivas, el liderazgo, la experiencia, el conocimiento, las destrezas y las habilidades especiales de las personas participantes de la organización.
Capital estructural: Son las capacidades organizacionales necesarias para responder a los requerimientos de mercado. Dentro de esta categoría se encuentran las patentes, el know-how, los secretos del negocio en el diseño de productos y servicios, el conocimiento acumulado y su disponibilidad, los sistemas, las metodologías y la cultura propia de la organización.
Capital relacional: Es la profundidad, (penetración), ancho (cobertura), y rentabilidad de los derechos organizacionales. Dentro de esta categoría se encuentran las marcas, los consumidores, la lealtad, la reputación, los canales y los contratos especiales.