Brasil: "No vengas a colonizar"

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En su estilo franco y desapegado de las fingidas poses protocolares, el presidente del Uruguay, José "Pepe" Mujica, advirtió recientemente al Brasil que si de verdad pretende despertar la aceptación y la confianza de sus países vecinos, debe renunciar a todo afán de preeminencia y relacionarse con ellos de igual a igual". Ya que los gobernantes paraguayos suelen permanecer mudos e impasibles ante los atropellos de nuestro principal socio del Mercosur, es necesario resaltar y celebrar las expresiones del mandatario oriental. "Nosotros en cada instancia relativamente difícil podemos tener enemigos exteriores, pero los peores enemigos somos nosotros mismos (...) En el caso del Brasil, nosotros les dijimos bien lo que pensamos, la época de los ingleses pasó. Si queremos unificar no vengas a colonizar,...".Fiel a su estilo franco y desapegado de las fingidas poses protocolares, el presidente del Uruguay, José "Pepe" Mujica, advirtió recientemente al Brasil que si de verdad pretende despertar la aceptación y la confianza de sus países vecinos, debe renunciar a todo afán de preeminencia y relacionarse con ellos de igual a igual. Ya que los gobernantes paraguayos suelen permanecer mudos e impasibles ante los atropellos de nuestro principal socio del Mercosur, es necesario resaltar y celebrar las sinceras expresiones del mandatario oriental.   

"Nosotros en cada instancia relativamente difícil podemos tener enemigos exteriores, pero los peores enemigos somos nosotros mismos (…). En el caso de Brasil nosotros les dijimos bien lo que pensamos, la época de los ingleses pasó. Si queremos unificar no vengas a colonizar, vení a asociarte, vení a buscar aliado, vení a juntar barra, pero no vengas a apropiarte de todo", manifestó Mujica en una entrevista con la revista oficial "Políticas".   

Este profundo pensamiento, formulado de una forma sencilla pero incisiva, va al fondo de las cosas, ataca el corazón del problema, que es la política de expansión, hegemonía y predominio que los portugueses, primero, y sus herederos históricos, los brasileños, después, han venido aplicando de manera sistemática en esta parte del mundo desde el mismo descubrimiento de América.   

Podría objetarse que los tiempos han cambiado. Es posible, pero las mañas no. Las políticas brasileñas probablemente sufrieron algún grado de transformación, debieron indudablemente adaptarse a los tiempos que corren. Sin lugar a dudas, ello los obligó a modernizar sus estrategias y aggiornar los discursos, pero el fondo de la cuestión permanece intacto.   

A modo de ejemplo, puede pensarse ¿qué es la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)? Un nuevo mecanismo mediante el cual el Brasil pretende asegurar y consolidar su liderazgo regional, una plataforma que responde a sus propios delineamientos de inserción internacional.   

Algo similar acontece con y en el Mercosur. ¿Cómo puede hablarse de verdadera integración cuando el Brasil no tiene planeado incorporar al proceso de integración el principio fundamental de la supranacionalidad? Las medidas proteccionistas que aplica Brasilia son la muestra más clara de que su espíritu de sociedad es mínimo, por no decir inexistente.   

Esto es lo que viene a cuestionar Mujica cuando sostiene que hay un resurgimiento de medidas proteccionistas del Brasil a raíz de la crisis económica y financiera internacional, y que ellas denotan una preocupación centrada en la necesidad de "salvar el Estado nacional".   

"Por eso digo que el peor enemigo podemos ser nosotros. Y yo veo los síntomas por todas partes. Lo veo afuera y lo veo adentro. Lo veo adentro cuando no existe la más mínima paciencia de plantearse los problemas que puede tener el otro. Entonces cualquier cosa es como para una guerra", dijo, lamentando, al mismo tiempo, que Uruguay y Paraguay deban enfrentarse constantemente a sus socios mayoritarios para hacerles entender que no son un país más, uno de afuera, sino un aliado estratégico, y que como tales deben ser tratados.   

Esto es, según nuestro modo de ver la realidad, llamar a las cosas por su nombre. Porque los gobernantes brasileños y argentinos están muy acostumbrados a hacer lo que quieren, echando mano de grandilocuentes discursos que apelan a la integración, a la hermandad de los pueblos y otra sarta de sensiblerías y sandeces, que luego no se compadecen de ninguna manera con lo que en la vida cotidiana acontece en nuestras fronteras.   

Allí las trabas son de todo tipo y para todos los casos. Las dificultades que ponen al Paraguay para que el tránsito de sus mercaderías fluya expedito hacia los puertos de ultramar es una práctica propia de la época del vasallaje español. Por eso, cómo no sentirse identificado cuando un presidente valiente y sensato como Mujica le dice al Brasil "no vengas a colonizar, vení a asociarte".   

Desafortunadamente, las autoridades paraguayas carecen de preparación y coraje para defender los intereses nacionales y exigir a sus "socios" que den cumplimiento a lo que hace más de dos décadas dijeron que debía ser –y nunca fue– la integración regional.   

Nuestros gobernantes se conforman con participar y organizar cumbres presidenciales anodinas en las que se pronuncian discursos hipócritas, se brinda por la integración, pero nunca se impulsan las verdaderas medidas tendientes a encauzar los problemas reales que afectan la vida diaria de seis millones y medio de paraguayos. Un "cumbrismo" pomposo y banal que nunca conducirá a nuestro pueblo al anhelado desarrollo económico y social tanto tiempo esperado.
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