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Aritmética 10; Geometría 10; Cosmografía 10; Historia Natural 10; Historia Nacional 10; Pedagogía 10; Instrucción Cívica 8; Economía Doméstica 10; Francés 10; Ejercidos de Composición 10; Literatura 10; Filosofía 10; Dibujo 10; Música 9; Práctica 6.
En una nota biográfica de la señorita Adela Speratti aparecida en la revista Adela Speratti, órgano del Centro del mismo nombre correspondiente al mes de diciembre de 1912, dirigida por el Dr. Antoliano
Garcete y el Prof. Juan R. Dalhquist, se lee: Contaba pocos años cuando salió del Paraguay, acompañada de su madre y hermana, estableciéndose en Corrientes y pasando algún tiempo después a Buenos Aires, en donde frecuentó, aunque por breve tiempo, la Escuela de Aplicación de la Normal de esa Capital.
Obedeciendo a su vocación al magisterio y fiel a los designios de su preclara inteligencia, se trasladó en 1882 a Concepción del Uruguay, para ingresar en la Escuela Normal de Maestros que contaba esa ciudad.
La mágica estrella de su designio incierto seguía favoreciéndola; fue a un pueblo donde le ofrecían al estudiante todas las facilidades para fomentar su amor al estudio.
Pequeña población de siete mil almas en la época que nos ocupa, culta, aristocrática, contaba con diversos y excelentes centros de educación; bibliotecas populares, notables profesores, músicos, escuelas graduadas y particulares.
Escuela Normal, Colegio Nacional de imperecedera memoria y la célebre Fraternidad, de donde ha salido más de una lumbrera en la vecina República. Allí Adela Speratti encontró terreno propicio a sus buenas inclinaciones. Aspiró con provecho el hálito de aquella avanzada cultural.
Se distinguió en las aulas como alumno sobresaliente. Estudió con igual éxito todas las asignaturas, pero las matemáticas fueron de su predilección. Terminó sus estudios en el año 1886, obteniendo el 3 de febrero del mismo año su título de Maestra Normal.
Tuvo el honor de ser elegida por la autoridad superior, entre varios alumnos también sobresalientes, para incorporarse al personal docente del establecimiento, pasando a desempeñar en el ano siguiente el cargo de Secretaria de la Escuela Normal.
En el año 1889 se trasladó a Corrientes, en cuya Escuela Normal desempeñó el puesto de catedrática de Instrucción Nacional, Lectura y caligrafía del 1° y 2° cursos.
A fines de ese año recibió el ofrecimiento de un puesto, en la ciudad de Goya que no aceptó por responder al llamado de su patria que reclamaba las luces de su cerebro, para el bien de sus compatriotas.
Vino al Paraguay, en marzo de 1890 como Directora de la primera escuela graduada fundada en la República. En todos los centros de educación por donde pasó, supo conquistar un lugar en el corazón de sus discípulos y captarse la buena voluntad de todos, por su trato apacible y dulce, su fina educación y natural modestia.
Vino a su patria munida de un rico bagaje intelectual y un gran entusiasmo por la causa de la instrucción popular.
Su mente estaba nutrida de ideas pedagógicas modernas. Había recibido las doctrinas de Horacio Mann y Sarmiento, a través de las ilustres profesoras norteamericanas incorporadas por el último al personal docente, y que produjeron una revolución en el campo de la educación.
Cerramos esta biografía con los conceptos sobre su actuación como Directora de la Escuela Normal.
La esclarecida Directora fundadora le dio todo lo que una brillante mentalidad podía dar; y la organizó de acuerdo a avanzados criterios pedagógicos; así fue digno plantel de la actual de Profesores.
Seis años después de la fundación de la escuela, la muerte la sorprendió en el ejercicio de su noble apostolado, el 8 de noviembre de 1902.
Su vida, paradigma de labor docente, duró poco sí, pero lo bastante para que el país pudiera aquilatar la capacidad de su espíritu organizador.
En una nota biográfica de la señorita Adela Speratti aparecida en la revista Adela Speratti, órgano del Centro del mismo nombre correspondiente al mes de diciembre de 1912, dirigida por el Dr. Antoliano
Garcete y el Prof. Juan R. Dalhquist, se lee: Contaba pocos años cuando salió del Paraguay, acompañada de su madre y hermana, estableciéndose en Corrientes y pasando algún tiempo después a Buenos Aires, en donde frecuentó, aunque por breve tiempo, la Escuela de Aplicación de la Normal de esa Capital.
Obedeciendo a su vocación al magisterio y fiel a los designios de su preclara inteligencia, se trasladó en 1882 a Concepción del Uruguay, para ingresar en la Escuela Normal de Maestros que contaba esa ciudad.
La mágica estrella de su designio incierto seguía favoreciéndola; fue a un pueblo donde le ofrecían al estudiante todas las facilidades para fomentar su amor al estudio.
Pequeña población de siete mil almas en la época que nos ocupa, culta, aristocrática, contaba con diversos y excelentes centros de educación; bibliotecas populares, notables profesores, músicos, escuelas graduadas y particulares.
Escuela Normal, Colegio Nacional de imperecedera memoria y la célebre Fraternidad, de donde ha salido más de una lumbrera en la vecina República. Allí Adela Speratti encontró terreno propicio a sus buenas inclinaciones. Aspiró con provecho el hálito de aquella avanzada cultural.
Se distinguió en las aulas como alumno sobresaliente. Estudió con igual éxito todas las asignaturas, pero las matemáticas fueron de su predilección. Terminó sus estudios en el año 1886, obteniendo el 3 de febrero del mismo año su título de Maestra Normal.
Tuvo el honor de ser elegida por la autoridad superior, entre varios alumnos también sobresalientes, para incorporarse al personal docente del establecimiento, pasando a desempeñar en el ano siguiente el cargo de Secretaria de la Escuela Normal.
En el año 1889 se trasladó a Corrientes, en cuya Escuela Normal desempeñó el puesto de catedrática de Instrucción Nacional, Lectura y caligrafía del 1° y 2° cursos.
A fines de ese año recibió el ofrecimiento de un puesto, en la ciudad de Goya que no aceptó por responder al llamado de su patria que reclamaba las luces de su cerebro, para el bien de sus compatriotas.
Vino al Paraguay, en marzo de 1890 como Directora de la primera escuela graduada fundada en la República. En todos los centros de educación por donde pasó, supo conquistar un lugar en el corazón de sus discípulos y captarse la buena voluntad de todos, por su trato apacible y dulce, su fina educación y natural modestia.
Vino a su patria munida de un rico bagaje intelectual y un gran entusiasmo por la causa de la instrucción popular.
Su mente estaba nutrida de ideas pedagógicas modernas. Había recibido las doctrinas de Horacio Mann y Sarmiento, a través de las ilustres profesoras norteamericanas incorporadas por el último al personal docente, y que produjeron una revolución en el campo de la educación.
Cerramos esta biografía con los conceptos sobre su actuación como Directora de la Escuela Normal.
La esclarecida Directora fundadora le dio todo lo que una brillante mentalidad podía dar; y la organizó de acuerdo a avanzados criterios pedagógicos; así fue digno plantel de la actual de Profesores.
Seis años después de la fundación de la escuela, la muerte la sorprendió en el ejercicio de su noble apostolado, el 8 de noviembre de 1902.
Su vida, paradigma de labor docente, duró poco sí, pero lo bastante para que el país pudiera aquilatar la capacidad de su espíritu organizador.