Dubrovnik lucha contra el turismo masivo

El calor sofocante agobia en las plazas y las callejuelas del casco antiguo de Dubrovnik. Una multitud de turistas sudados se abre paso, con 33 grados de calor a la sombra, en su camino hacia los palacios venecianos, las iglesias medievales y las imponentes murallas de la ciudad croata sobre el mar Adriático.

Multitud de turistas cruzan casi a empujones el puente peatonal de Dubrovnik.Grgo Jelavic/Pixsell
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Varias personas caminan en ropa de baño; algunos hombres, con el torso desnudo. Otros, que recién arriban o deben partir, arrastran sus maletas con ruedas a los saltos sobre los históricos adoquines.

Turistas, en el casco antiguo de Dubrovnik. El número cada vez mayor de visitantes de la pintoresca ciudad croata se ha convertido en un problema.

Cuando el alcalde Mato Frankovic sale a la puerta del antiguo edificio del ayuntamiento se topa con todo el bullicio. Allí comienza la Stradun, la calle principal del casco histórico que conecta ambos arcos de ingreso a la ciudad. Justo enfrente está la iglesia de San Blas, construida en 1715.

Frankovic, de 41 años, lleva seis en el cargo. Un traje a medida y una corbata subrayan el aspecto elegante de este político delgado y alto que se define con la imagen de un hacedor, del padre de la ciudad que quiere encauzar el turismo de masas por cauces tolerables.

Dubrovnik dice no a las maletas con ruedas

Frankovic generó un gran revuelo cuando a fines de mayo anunció en una entrevista con el periódico de Zabreg “Jutarnji List” una prohibición de circular con maletas con ruedas por su ciudad.

“Primero prohíbo el ruido (de los cafés), luego las maletas con ruedas”, declaró el alcalde, según citó el diario.

En algún momento circuló por Internet la noticia falsa de que los veraneantes que arrastren maletas con ruedas en Dubrovnik tendrían que pagar una multa de 265 euros (289 dólares).

Sin embargo, no se ha decidido ni ordenado aún prohibir formalmente las maletas de ruedas. La ciudad se limita a recomendar a los visitantes que prescindan de su uso.

Dubrovnik lucha por un turismo sostenible

Frankovic se ríe durante una entrevista con dpa de toda la agitación que se generó al respecto. “Al menos ahora todo el mundo habla de que Dubrovnik quiere hacer algo por el turismo sostenible”, dice. “Solo el turismo que es sostenible tiene futuro”, agrega, una frase que debe haber pronunciado miles de veces.

El funcionario explica cómo era la situación cuando asumió en 2017 su cargo. En aquel momento llegaban hasta siete u ocho cruceros de forma simultánea a Dubrovnik. Y hasta 25.000 personas se agolpaban en las estrechas callejuelas de la pequeña ciudad histórica.

La calle Stradun, la arteria principal, tiene apenas 350 metros de largo y el terreno delimitado por las enormes murallas de la fortaleza puede albergar quizás a unos 7.000 visitantes a la vez.

En 2017, la ciudad entró en una lista de diez destinos turísticos que los viajeros deberían evitar a toda costa. “Eso fue una llamada de atención”, dice Frankovic. “Teníamos que hacer algo”, recuerda.

Limitó los cruceros

La ciudad limitó la cantidad de cruceros que podían atracar en el puerto de Dubrovnik a solo dos a la vez, y debían quedarse al menos ocho horas, en vez de las cuatro horas y media que permanecían antes allí.

En tanto, los operadores turísticos deben anunciar con antelación la franja horaria en que llegarán los ómnibus que traen excursionistas de otros centros turísticos.

El alcalde lidera en tanto una cruzada contra lo que podría llamarse una conducta indecente de los visitantes. De hecho, en el casco antiguo está prohibido ir solo con ropa de baño, bajo amenaza de multa. La campaña se llama “¡Respeta la ciudad!”.

“Tenemos estas multas, pero no se trata de eso”, sostiene Frankovic. “Normalmente solo decimos: ‘Por favor, ¡ponte una camiseta!’”, aclara.

Los coches no circulan en el casco viejo

Durante su estancia en Dubrovnik, el reportero de dpa no observó que ningún inspector municipal le hablara a turistas con poca ropa. Los coches no pueden circular en el casco viejo, mientras que los proveedores deben limitarse a distribuir sus productos en horarios marginales por la mañana. Pero según se ve, no todos respetan las normas.

La cantidad de personas parece ser grande, pero no se registran más situaciones como las de 2016 o 2017. Dubrovnik, llamada antiguamente Ragusa, es simplemente magnética.

La antigua ciudad-estado alcanzó una gran riqueza en su apogeo, entre los siglos XIII y XVII, como potencia comercial diplomáticamente hábil en medio de las tensiones entre Venecia y el imperio otomano.

El centro medieval de la ciudad, que se mantiene intacto, con sus palacios, iglesias y torres de estilo gótico, renacentista y barroco, con sus adoquines y callejuelas estrechas, apretado entre el mar y las escarpadas montañas, ofrece un placer estético único.

Limitaron los cruceros

Después de que la serie de culto “Juego de Tronos” se rodara en los pintorescos escenarios de Dubrovnik, muchos jóvenes seguidores de la serie fantástica también llegan para sentir la magia de las localizaciones.

Damir Mesovic, de 55 años, vive desde hace más de 30 años en Dubrovnik y trabaja como guía de turismo independiente. Mesovic asegura que es difícil hallar una solución óptima a la marea de visitantes que invade la ciudad.

“Si vienen demasiados, no es bueno para nosotros, los que vivimos aquí, pero tampoco es bueno para los visitantes”, considera.

El guía de turismo destaca que el alcalde ha logrado guiar algunos temas en la dirección correcta, como por ejemplo limitar la cantidad de cruceros y autobuses o la apelación a los visitantes a comportarse de forma respetuosa.

Dirigir a los turistas

Sin embargo, considera que la propuesta de prohibir las maletas con ruedas no está bien pensada. “¿Cómo deben hacer los turistas que reservaron un departamento muy caro en el casco antiguo para cargar su maleta de 20 kilogramos a lo largo de 250 metros?”, cuestiona.

Nebojsa Stojcic, profesor de economía en la Universidad de Dubrovnik, realizó un estudio para analizar la efectividad de las medidas del alcalde.

“Hemos que comprobado que, al dirigir el flujo de turistas, la carga que soporta el casco antiguo se distribuye de forma más uniforme a lo largo del tiempo”, afirma.

El experto señala que esto es positivo, pero al mismo tiempo no es una solución a largo plazo. Stojcic aún no tiene respuesta a la pregunta de cuánto es demasiado. “Pero al final no podremos evitar el ‘decrecimiento’, un adiós a la idea de crecimiento”, estima.

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