Gibraltar, sobriedad británica y estilo de vida mediterráneo

Karen, la vendedora de una librería que se encuentra en la calle principal de Gibraltar sonríe cuando un cliente español comenta que “hasta el tiempo es británico”.

Catalan Bay es una de las pocas playas de arena de Gibraltar.Manuel Meyer
audima

Aunque ese día el cielo está bastante gris, el tiempo en la península situada en la confluencia de Europa y África es en realidad tan poco “británico” como el estilo de vida de los 30.000 habitantes del pequeño territorio británico de ultramar.

Según una vieja leyenda, el Union Jack ondeará sobre Gibraltar mientras haya monos trepando por las rocas.

En el extremo sur de la Península Ibérica, el estilo de vida mediterráneo se une a la modestia británica. La ciudad de La Línea de la Concepción, en el sur de la provincia de Cádiz, está a un paso del territorio británico de ultramar. Tan solo una estrecha franja de tierra y el asfalto gris de la pista de aterrizaje separan España de Gibraltar.

El aeropuerto local es la primera curiosidad de la alargada península: un semáforo es el encargado de indicar a los coches que circulan por la carretera de cuatro carriles que deben detenerse para dar vía libre a los aviones -principalmente británicos- que despegan o aterrizan.

Gibraltar con autobuses de dos pisos y callejuelas sinuosas

Ante la pregunta de si los habitantes del llamativo peñón en la bahía de Algeciras aún se sienten británicos o ya incorporaron las costumbres españolas, la librera no duda ni un segundo en responder: “Por supuesto que somos británicos”.

Su respuesta no sorprende, ya que nació en Inglaterra, pero se mudó a Gibraltar hace 20 años, “a causa del mejor clima”.

Al pasear por Gibraltar, eterno punto de conflicto entre británicos y españoles, resultan familiares los autobuses rojos de dos pisos con la capota abierta al mejor estilo londinense, las cabinas telefónicas rojas y los alumnos que salen en tropel de la escuela a la una de la tarde con sus uniformes escolares de color azul oscuro con un emblema.

Sin embargo, las casitas enclavadas en las sinuosas calles a los pies del peñón, la omnipresente enorme roca caliza, también podrían estar en algún lugar del interior de España.

Por otra parte, el tránsito circula por la derecha y en la calle comercial, Main Street, además del “llanito”, una mezcla de palabras españolas e inglesas, la lengua que se impone entre turistas y lugareños es la del país vecino.

Gibraltar cree la leyenda de los monos en las rocas

En lo alto del acantilado calcáreo, los monos se preparan para la avalancha de turistas, que suben cómodamente, aunque no de forma muy barata, hasta la estación superior en teleférico, o bien suben con dificultad los 400 metros del pedregoso sendero de la Brecha del Diablo.

Actualmente viven allí unos 300 macacos de Berbería, también llamados monos de Gibraltar. Enormes carteles advierten de fuertes sanciones a los turistas que alimentan a estos curiosos primates, de los cuales se encarga un cabo del Ejército británico especialmente entrenado.

El hecho de que la pequeña colonia de monos sea atendida con tanto esmero se debe a una vieja leyenda, según la cual, la bandera del Reino Unido ondeará sobre Gibraltar mientras los monos trepen por el peñón.

Se dice que el propio Winston Churchill dio la orden de importar macacos de Berbería de Marruecos para continuar con la reproducción de la única colonia de monos silvestres de Europa.

Visto desde el agua, el Peñón de Gibraltar se asemeja al casco ascendente de un transatlántico. En su cima, la vista se extiende sobre el creciente mar de rascacielos. Aquí escasea el terreno edificable. La costa africana asoma en el horizonte.

Cuevas con historias asombrosas

Por indestructible que parezca la roca, por dentro está llena de cavidades. Como producto de la erosión se formaron más de cien cuevas, a ellas se suman unos 50 kilómetros de túneles que sirvieron de fortaleza subterránea a 10.000 soldados durante la Segunda Guerra Mundial.

Probablemente la cueva más famosa sea el Complejo Gorham, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2016. Marcas de arañazos en las paredes de 40.000 años de antigüedad sugieren que los últimos neandertales podrían haber encontrado refugio aquí.

Aún más espectacular es la cueva de San Miguel, con su bosque de estalactitas gigantescas. Durante mucho tiempo existió la leyenda de que Gibraltar estaba conectado bajo tierra con África y que los monos también llegaron al peñón a través del pasadizo.

Pero eso no es más que una bonita leyenda sobre esta maravilla de la naturaleza que se utiliza hoy en día para conciertos y otros espectáculos. Y de noche brilla gracias a un sofisticado espectáculo de luces.

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