La Ruta del Carrilet comienza en Garrotxa. Se extiende desde el Prepirineo a través de Cataluña hasta el litoral mediterráneo de la Costa Brava y es una de las 127 “vías verdes” de España. Donde antes resoplaban las locomotoras de vapor, ahora se extienden estos senderos verdes. Las líneas de ferrocarril en desuso se convirtieron en rutas de senderismo y de ciclismo, que transcurren rodeadas de una naturaleza casi intacta y alejada del tránsito de los automóviles.
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Como las trochas del tren apenas tenían desniveles, los caminos actuales son ideales para realizar excursiones en bicicleta, pero también son óptimos para los usuarios de sillas de rueda y para paseos de senderismo con niños.
Actualmente, España cuenta con casi 2.500 kilómetros de “vías verdes” (https://www.viasverdes.com).
Tras la pista de los volcanes
El pintoresco paisaje montañoso de la Garrotxa se caracteriza por sus 38 volcanes. Una antigua cantera dejó expuestas las profundidades del volcán Croscat y hace visibles las diferentes capas de lava, que brillan en negro, rojo y marrón.
En el volcán de Santa Margarida, las bicicletas deben dejarse al pie del cerro. Una corta ruta de senderismo conduce a través de bosques de robles y castaños hasta el borde circular del cráter volcánico circular, donde además se encuentra una pequeña capilla románica.
El sol arde y, por lo tanto, la sombra de los árboles a lo largo del camino hacia el municipio de Olot a través del fantástico bosque de hayas La Fageda d’en Jordà, es más que bienvenida. Varios cientos de metros por encima de Olot, el volcán Montsacopa, con sus dos antiguas torres de vigilancia, ofrece una magnífica vista del casco antiguo de la capital de la comarca de La Garrocha.
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De Olot a la Suiza catalana
Olot es el punto de partida de la Ruta del Carrilet. Desde allí, el primer tramo lleva a Gerona y el segundo a Sant Feliu de Guíxols, en la Costa Brava, a orillas del mar Mediterráneo. En total, la ruta tiene unos 95 kilómetros.
Desde Olot el camino conduce por el valle de Vall d’en Bas, también conocido como la “Suiza catalana”. La ruta pasa por encima de los puentes del ferrocarril y atraviesa los estrechos desfiladeros, que se abrieron en la piedra para el paso de las locomotoras de vapor.
Junto a la carretera, cerca de Sant Esteve d’en Bas, hay una pequeña quesería llamada “La Xiquella”. Oriol Rizo produce aquí leche de vaca y de oveja de forma tradicional. Sus quesos elaborados con leche no pasteurizada ganaron numerosos premios. A veces saben a avellanas, a veces a almendras, a veces a hierbas. Algunos son aromáticos y picantes, otros suaves y cremosos. En cualquier caso, son una perfecta provisión para la travesía.
A pocos kilómetros de allí, también se podrá disfrutar del queso de Oriol en lo de Roy Lawson y Goretti Raurell de una forma realmente original e interesante.
Roy es escocés y ofrece catas de queso con degustación de whisky en su posada “La Rectoria de Sant Miquel de Pineda”, que se encuentra directamente junto a la Ruta del Carrilet. Las intensas combinaciones de sabores producen fuertes contrastes.
Picnic junto a la cascada
A tan solo unos pocos kilómetros, se llega a través de un antiguo puente de piedra al pequeño pueblo de Sant Feliu de Pallerols, ubicado idílicamente junto al río Brugent. En el mercado semanal, los agricultores locales ofrecen queso, pan, embutidos, frutas y verduras. Así, de camino a Gerona se podrá disfrutar de un picnic en alguna de las cascadas y lugares de baño, como el Gorg de Can Poetí o la Gorga de Santa Margarida.
Gerona es, sin duda, una de las ciudades más bellas de Cataluña, cuyos vestigios se remontan al siglo I y a los romanos. Los baños árabes, el barrio judío, las plazas con fuentes de piedra, las históricas murallas: Gerona es una joya. No en vano, la ciudad es a menudo escenario de muchas películas. Entre otras, se filmaron aquí numerosas escenas de la serie “Juego de Tronos”.
La segunda etapa de la Ruta del Carrilet sale de Gerona. La ruta continúa por el río Ter hacia el Mediterráneo pasando por campos de cereales y puentes de ferrocarril.
Desvío a los baños termales
Poco después de Cassà de la Selva, con sus casas modernistas, vale la pena desviarse por la ruta ciclista “Termal”, que también forma parte de las “Vías Verdes”. El camino conduce unos 15 kilómetros a Caldes de Malavella, un lugar perfecto para relajar las piernas agotadas por el ciclismo.
Aquí, el agua rica en sodio burbujea del suelo a sesenta grados desde hace miles de años. Ya los romanos disfrutaban de las termas del Puig de Sant Grau.
El municipio Caldes de Malavella, con sus casas señoriales y su castillo, invita a quedarse. También los hoteles, como el Balenari Prats, enriquecieron la ciudad con sus baños termales.
El camino continúa en constante descenso hacia la Costa Brava. San Felíu de Guixols se encuentra entre colinas. La idílica ciudad costera, con su imponente monasterio románico, cuenta con una larga tradición pesquera.
En el puerto, los barcos se balancean en el agua y el sol brilla sobre el Mediterráneo. Antes de comer pescado fresco en uno de los restaurantes de la playa vale la pena sumergirse en las refrescantes aguas mediterráneas.