El desafío de hacer turismo en un París caótico y sin transportes

PARÍS. A los pies de la catedral Notre Dame, el colombiano Guillermo Pulido intenta olvidar los bocinazos impacientes de los autos, los atascos y el caos que le rodean y disfrutar de su viaje a París junto con su esposa y sus dos hijos.

Un hombre pasa en bicicleta cerca del puente de la Concordia, en París, bloqueado por la policía. De fondo se ve la Asamblea Nacional.LUDOVIC MARIN
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“Nos movemos como podemos, la mayor parte del tiempo a pie y a veces en Uber” , comenta, sereno, Pulido de 50 años. La familia llegó a París el domingo. “Teníamos tantas ganas de venir que no nos importan tanto las distancias y las dificultades”, añade, rodeado de otros turistas que se toman fotografías frente a la catedral, cercada con vallas de seguridad desde el incendio de abril pasado que arrasó una parte del templo. Desde el pasado jueves, cuando comenzó una importante huelga de los transportes públicos de Francia, miles de turistas han tenido que hacer gala de mucha imaginación y paciencia para visitar las principales atracciones de París. ubiela, la esposa de Guillermo, dice no estar sorprendida por la intensidad de la huelga.

“En Colombia la situación está también así. Incluso en toda América Latina... Hay movilizaciones en todo lado”, añade, en referencia a la ola de protestas que sacuden varios países del subcontinente. Sin apenas metros, con pocos autobuses y abarrotados, París está paralizado por una huelga contra una controvertida reforma de las pensiones impulsada por el presidente Emmanuel Macron. Las alternativas para un turista son caminar o si hay suficientes euros en el bolsillo, tomar un taxi. Eso si hay suerte de encontrar uno disponible.

“¡Hemos gastado una fortuna en taxis! La gente tiene derecho a ponerse en huelga pero nuestro presupuesto para las vacaciones ha estallado” , se queja Stuart, un turista estadounidense de unos 60 años, que invitó a su esposa, Mary, a un viaje sorpresa a la capital francesa por su cumpleaños, sin imaginar lo que les esperaba.

En bicicleta, monopatín o a pie

Muchos turistas han optado por tomar bicicletas o monopatines eléctricos de libre servicio que pululan por toda la ciudad. Otros, menos aventureros, se han resignado a ponerse sus zapatos más cómodos para recorrer París a pie. “Escuché que había una huelga la semana pasada pero no sabía que seguía. En Italia las huelgas duran por lo general un día, ¡pero los franceses son más obstinados que nosotros!”, dice entre risas Matteo Soso, un turista italiano de 33 años, que arrastra su maleta a pie desde la Gare du Nord, la estación del norte, una de las principales estaciones ferroviarias de París, hasta su hotel, en el barrio de Montparnasse, a más de 6 kilómetros de distancia.

“La verdad no nos molesta mucho. De todas maneras teníamos intenciones de caminar y así de paso visitamos París”, añade pragmático su compañero de viaje, Justin Ianitelli, de 35, mientras cruzan con paso firme y mirada deslumbrada el famoso Puente de las Artes, que atraviesa el río Sena en el centro de París.

A poca distancia, un grupo de turistas holandeses atraviesa a toda velocidad los muelles del Sena en monopatines. “Es la única manera de moverse. Es barato, rápido y simple” , afirma Joel, un estudiante de 22 años. “Nos enteramos de la huelga a último minuto, pero todas las reservas ya estaban hechas” , agrega este joven, que se niega rotundamente a acortar su viaje.

“Por el momento nos estamos divirtiendo mucho” , dice, antes de seguir su camino. Idéntico entusiasmo muestra José Barrilao, un turista español. “Nos hubiera gustado tomar el metro, visitar más... pero al final hemos tenido que visitar todo andando. ¡Es otra manera de visitar París!” , dice mientras recorre encantado los Jardines de las Tullerías, junto a su esposa. No obstante, la huelga en los transportes comienza a preocupar a los profesionales del turismo, que afirman que ya registran una caída de 30% en la restauración y hotelería. “Nuestras ventas han caído drásticamente”, dice a la AFP Afid, empleado en la crepêrie Chez Suzette, en el Barrio Latino de París. “La calle está prácticamente vacía. Por el momento hemos tenido cuatro clientes, es algo que nos preocupa mucho”, suspira.

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