Para descifrar los secretos de esta turbulenta nube de gas, Ginsburg y su equipo de investigación, recurrieron al telescopio espacial James Webb (JWST).
Lea más: Las enanas marrones 'laboratorios' para escudriñar exoplanetas
Según destacan, las implicaciones de sus observaciones son enormes ya que los hallazgos no sólo desvelan una paradoja en el centro de nuestra galaxia, sino que indican la necesidad crítica de reevaluar las teorías establecidas sobre la formación estelar.
’El Ladrillo’ ha sido una de las regiones más intrigantes y estudiadas de nuestras galaxias, gracias a su tasa de formación estelar inesperadamente baja.
Lea más: Descubren la composición de 'El Ladrillo', una misteriosa región dentro de la Vía Láctea
Lleva décadas desafiando las expectativas de los científicos ya que, como nube llena de gas denso, debería estar madura para el nacimiento de nuevas estrellas y, sin embargo, presenta una tasa de formación estelar inesperadamente baja.
Lea más: Unite al canal de ABC en WhatsApp
Una oscura región de la Vía Láctea llamada ‘El Ladrillo’ con monóxido de carbono
Utilizando las avanzadas capacidades infrarrojas del JWST, el equipo de investigadores se asomó al interior de ‘El Ladrillo’, descubriendo allí una presencia sustancial de monóxido de carbono (CO) congelado.
Alberga una cantidad de hielo de CO significativamente mayor de lo previsto, lo que tiene profundas implicaciones para la comprensión de los procesos de formación estelar.
Nadie sabía cuánto hielo había en el Centro Galáctico, según Ginsburg. “Nuestras observaciones demuestran de manera convincente que el hielo es muy frecuente allí, hasta el punto de que todas las observaciones futuras deberán tenerlo en cuenta”, afirma.
Las estrellas suelen surgir cuando los gases se enfrían, y la presencia significativa de hielo de CO debería sugerir una zona próspera para la formación estelar en ‘El Ladrillo’.
Una oscura región de la Vía Láctea llamada ‘El Ladrillo’ con gas caliente
Sin embargo, a pesar de esta abundancia de CO, Ginsburg y el equipo de investigación descubrieron que la estructura desafía las expectativas. El gas del interior de ‘El Ladrillo’ es más caliente que el de nubes comparables.
Estas observaciones ponen en tela de juicio nuestra comprensión de la abundancia de CO en el centro de nuestra galaxia y de la relación crítica gas-polvo allí existente. Según los resultados, ambas medidas parecen ser más bajas de lo que se pensaba.
”Con el JWST estamos abriendo nuevos caminos para medir moléculas en fase sólida (hielo), mientras que antes nos limitábamos a observar el gas -explica Ginsburg-. Esta nueva visión nos ofrece una visión más completa de dónde existen las moléculas y cómo se transportan”.
Tradicionalmente, la observación del CO se ha limitado a la emisión procedente del gas. Para desvelar la distribución del hielo de CO dentro de esta vasta nube, los investigadores necesitaron una intensa retroiluminación procedente de estrellas y gas caliente.
El hielo interestelar
Sus hallazgos superan las limitaciones de las mediciones anteriores, que se limitaban a un centenar de estrellas. Los nuevos resultados abarcan más de diez mil estrellas y proporcionan valiosos datos sobre la naturaleza del hielo interestelar.
Dado que las moléculas presentes hoy en nuestro Sistema Solar fueron, en algún momento, probablemente hielo en pequeños granos de polvo que se combinaron para formar planetas y cometas, el descubrimiento supone también un salto adelante hacia la comprensión de los orígenes de las moléculas que dan forma a nuestro entorno cósmico.
Estos son sólo los primeros hallazgos del equipo a partir de una pequeña fracción de sus observaciones de ‘El Ladrillo’ con el JWST.
De cara al futuro, Ginsburg se propone realizar un estudio más exhaustivo de los hielos celestes.”No conocemos, por ejemplo, las cantidades relativas de CO, agua, CO2 y moléculas complejas -explica-. Con la espectroscopia, podemos medirlas y hacernos una idea de cómo progresa la química a lo largo del tiempo en estas nubes”.
Con la llegada del JWST y sus filtros avanzados, Ginsburg y sus colegas tienen ante sí la oportunidad más prometedora de ampliar nuestra exploración cósmica.