La casi nula presencia del Estado en la zona norte del país es aprovechada por las organizaciones criminales para convertir al parque nacional Paso Bravo en una verdadera base de operaciones. Actualmente, agentes de Inteligencia de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), gracias a los trabajos de sobrevuelo con avionetas y drones equipados con modernas cámaras fotográficas lograron detectar al menos 20 puntos en el interior del parque, que tiene una extensión de 93.000 hectáreas.
Los narcos utilizan estas pistas clandestinas para bajar periódicamente toneladas de cocaína producida en Bolivia. Generalmente, el traslado lo hacen a bordo de avionetas monomotor, que tienen una capacidad de 400 kilos por viaje. Estas aeronaves cruzan casi todo el territorio paraguayo sin ser detectadas hasta llegar al estos puntos.
Una vez en tierra, la droga es transportada vía terrestre, en camionetas todo terreno hasta los centros de acopios instalados en la zona de Pedro Juan Caballero. Desde esta ciudad, la carga es remesada hacia el territorio brasileño en vehículos de doble fondo.
Sin embargo, el enemigo más letal que tiene esta reserva natural es el productor de marihuana. Estos criminales deforestaron la mayor parte del parque para instalar sus cultivos de la droga y también concentran el lugar a todo tipo de criminales fugitivos, tanto paraguayos como brasileños que se encargan de los marihuanales.
Dejaron un campamento y abundante combustible
Unos meses atrás, los agentes de la Senad detectaron movimientos de presuntos narcos en uno de estos improvisados aeródromos ubicados en medio del monte, en lo profundo del parque y comenzaron un trabajo de vigilancia a distancia. Aparentemente, los antidrogas lograron infiltrar un elemento en la zona y consiguieron los canales comunicación que usaban los narcos. Fue así que los agentes se enteraron que en estos días iban a bajar una muy importe carga en el sitio.
Ante esto, los uniformados montaron una operación, un grupo se instaló de noche en un punto cercano a la pista, mientras otro grupo se ubicó a unos kilómetros con el apoyo de un helicóptero. Luego de cuatro días de vigilancia, poca antes del mediodía del viernes, los agentes vieron cómo dos avionetas enfilaban para aterrizar en el lugar.
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Cuando las naves tocaron tierra aparecieron de los montes cercanos una camioneta todo terreno con cinco hombres a bordo y diez estibadores a bordo de cinco motocicletas. Ante esto, los agentes anularon a tiros las dos naves para evitar que vuelvan a levantar vuelo y los narcos que ya estaban en el lugar al verse acorralados se abrieron paso a tiros, lo que generó un feroz tiroteo en el que uno de los antidrogas fue herido en el brazo.
Finalmente, todos los narcos incluyendo los pilotos escaparon hacia la selva. Las dos avionetas que fueron abandonadas estaban cargadas con bolsas repletas de panes prensados de cocaína pura, que totalizaron 876 kilos, por lo que se presume que este operativo significó una pérdida superior a los US$ 5.000.000 para los narcos.
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Durante el posterior trastrillaje del área, los uniformados encontraron el campamento donde estaban alojados los encargados de la pista, a más de una importante cantidad de bidones cargados con combustible y cientos de vainillas servidas de fusil.