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Aparte de los exámenes, los trabajos prácticos son las barreras más arduas de enfrentar en la maratónica vida de los estudiantes. El largo proceso de elaboración, la lectura de extensos materiales y la cantidad de puntos hacen temblar incluso hasta al más valiente. Realizar tareas en equipo parece tan sencillo pero, a la hora de la verdad, es todo un caos, sobre todo si en tu team abrazan el espíritu del folclórico dejar todo para última hora.
Del colegio podemos rescatar simpáticas anécdotas en las que dejabas tu quebranto en el olvido por las tareas, aun a sabiendas de que la fecha de entrega estaba a la vuelta de la esquina. En un intento de congregar a tus compas, fijabas un punto de encuentro para la realización del trabajo práctico pero, al final, se pasaban la tarde jugando play y posponían la labor para otra ocasión.
“Así vai vai nomás vamos a hacer” era la frecuente máxima empleada por muchos en el colegio; sencillo, ¿verdad? Bastaba consultar fuentes como Wikipedia y El rincón del vago, copiar, pegar y, en un sapy'aite, el trabajo práctico estaba concluido. Lastimosamente, la mayoría de los profes no eran exigentes y corregían nuestras tareas, que incluso llevaban el hipervínculo, sin advertirnos de la futura rigurosidad de la universidad.
Durante el desarrollo de las populares expociencias, los alumnos más bochos luchaban contra viento y marea para lograr el primer lugar o alguna medalla que reflejara su aguerrido esfuerzo. El compañerismo relucía y eran diminutas las diferencias con los pares, por lo que bastaba recorrer los stands para apreciar el derroche de talento de los escolares.
Ya en la facultad, te topás con monografías y ensayos, cuyas informaciones deben ser extraídas de libros y enciclopedias, mencionando las fuentes correspondientes. De las exposiciones no te escapás y allí radica una gran dificultad: al conocer nuevas personas, se torna difícil la elección de integrantes para el equipo de trabajo. “Ahora, ¿en quién voy a confiar?” es la interrogante que puede torturarte.
El diálogo es fundamental en la elaboración de los trabajos grupales, así como también una equitativa distribución de las actividades. Descubrir los talentos de los miembros de tu equipo puede ayudarte a que delegues, a los más capacitados, las tareas complicadas. Siempre y cuando la buena onda domine el ambiente, las labores se tornan dinámicas y sencillas con tus compas.
Algo tan común como un trabajo práctico puede desnudar tus debilidades y tumbarte, si no preparás con dedicación tus labores. Recordá que no estás solo, insistiles a tus compañeros de equipo para que te ayuden, ya que como señala un popular dicho: “La unión hace la fuerza”.
Por Víctor Martínez (19 años)