En un ambiente hostil, donde el abuso sexual de menores es moneda corriente, existe una urgencia por buscar medidas que puedan disminuir o erradicar el flagelo. Respondiendo a esta necesidad, el diputado Carlos Rejala, del partido Hagamos, sacó a flote el debate acerca de la castración química como castigo para pederastas, proponiendo un proyecto de ley que busca establecer el mencionado tratamiento y penas carcelarias más largas para los abusadores.
La castración química, como medida punitiva, constituye un tratamiento hormonal cuyo fin es disminuir el deseo sexual de los pederastas, lo cual no imposibilita las relaciones sexuales. Esta pena consiste en la administración de fármacos, a través de píldoras o inyecciones, en lapsos determinados.
Según datos del periódico argentino La Nación, Rusia impone al agresor sexual esta medida en caso de que la víctima haya sido menor de 14 años y, si la persona supera esta edad, el individuo puede someterse al tratamiento de manera voluntaria. Cabe destacar que, en el gigante europeo, esta medida no es alternativa a la prisión, sino que se establece en conjunto con la privación de libertad.
El año pasado, la castración química fue aprobada en el estado de Alabama, Estados Unidos. De acuerdo a The New York Times, la pena se aplica como medida alternativa a la prisión para personas que hayan abusado de niños menores de 13 años y quieran recuperar su libertad condicional.
Como evidencian los ejemplos anteriores, las legislaciones concernientes a la castración varían dependiendo del lugar en se que aplique la pena. De la misma manera, este tema genera discrepancias ideológicas entre los que están a favor de la normativa y quienes defienden los derechos humanos de los agresores; además, la efectividad de esta medida es puesta en tela de juicio por especialistas.
A causa de la propuesta de ley, también en nuestro país surge ahora este cuestionamiento. Según Paola Kolher, psicóloga clínica y terapeuta familiar, esta medida no eliminaría los abusos: "La violencia sexual no tiene que ver con el deseo o los genitales, sino que constituye un acto de poder, de sentirse dueño del cuerpo de otra persona", afirma.
"La justicia es un punto de vital importancia para la disminución de casos de violencia sexual. ¿Cuántos de estos crímenes podrían evitarse con un sistema judicial que deje de proteger a los violadores, con condenas injustas o con falta de castigos?", cuestiona la especialista. Asimismo, Kolher no considera que la castración química sea una medida efectiva ante esta problemática; en cambio, ve en la concientización una herramienta aún más eficaz.
"A través de la educación, se pueden identificar situaciones de abuso sexual y llevar adelante propuestas de prevención. En las personas adultas, la reeducación es la materia pendiente del Estado", declara la psicóloga.
La violencia sexual hacia menores de edad constituye, evidentemente, una de las lacras que destruye la sociedad desde adentro; por ende, el conflicto debe ser combatido desde su origen. Es hora de atacar la raíz del problema, reeducando a los adultos para proteger a nuestros niños.
Por Belén Cuevas (18 años)